Folklore y tortas
Un curioso pedido realizó el presidente del Congreso de la República del Perú, Antero Flores-Aráoz, dentro del marco de la presentación de los alcances de la Agenda Legislativa 2004-2005. De acuerdo con lo reseñado en un conocido medio, el congresista solicitó al periodismo nacional mayor difusión de temas de interés nacional en lugar de otros coyunturales o anecdóticos, tales como “pataditas” o gestos obscenos, a los que nosotros calificaríamos propiamente como folklóricos.
En primer lugar, no nos preocuparíamos tanto por eso. En todo caso, pena ajena deberían generar. El que un individuo sea tema de cobertura periodística por soltar un gesto evidentemente equino u otro porque tiene un Marcel Marceau reprimido en su ser, no tiene nada de llamativo, salvo porque uno tiene aspiraciones políticas y porque el otro tiene el cargo de embajador; demostrando éste que sabe tanto de diplomacia y tiene tantos méritos para el cargo, como quien escribe para estar en la NASA preparando alguna misión a Saturno.
Pero a falta de pan, buenas son las tortas, dicen por ahí; y eso demuestra el nivel y calidad de los acontecimientos en el día a día nacional. O sea, pareciera que no existen hechos más interesantes o trascendentales que cubrir. Para contrarrestar esa situación, la cabeza del Poder Legislativo tiene entonces una oportunidad de oro para demostrar que hay logros que merecen cobertura, acciones que merecen que la población las conozca y resultados que el pueblo debería aplaudir.
Para empezar, que todos esos asuntos que están “en consideración” (reducción de oficinas y cargos innecesarios en el Congreso, por mencionar alguno) se concreten, que las leyes que se discutan finalmente se aprueben, que no sean copiadas de algún lado y que tengan una utilidad para el país, no sólo para engrosar el currículo legislativo de algún parlamentario. Trabajo tienen por allá y tendrá toda la razón, hasta para reclamar, si no se le da la debida cobertura si rinde buenos frutos. Mientras tanto, seguiremos con las “tortas”.
Ello me lleva a reflexionar sobre un tema relacionado: No sé por qué, algunas veces me da la impresión de que se suelen “generar” noticias cayendo en el jueguito de uno que otro personaje de la política nacional, más que la propia tarea de la cobertura reporteril. Por ejemplo, con el señor de la “patadita”.
¿Será que la profesión de dicho personaje es la de “opinólogo clarividente”? Me lo pregunto porque hay ocasiones en las que al susodicho se le consulta sobre cuanto tema esté sobre el tapete, como si su opinión (muy respetable, por cierto, como la de cualquier mortal) fuera la que encaminara los acontecimientos. Gran ironía de la vida, ya que cuando tuvo la gran responsabilidad de manejar las riendas del país, todos sabemos hacia donde lo llevó.
Sigue la ironía cuando –para variar- opina sobre la sonada renuncia de Luis Solari al partido de gobierno y dice que "el país necesita movimientos políticos orgánicos, con ideología y que sean escuela de formación juvenil”. Ironía porque estoy seguro que el Perú cuenta con gente joven, preparada, ávida de trabajar por un país distinto, pero esos “movimientos políticos orgánicos” son en ocasiones una piedra de tranca y no dan paso a esas nuevas generaciones.
Existen numerosos estudios de universidades, organismos multilaterales e instituciones académicas que destacan la importancia -e impotencia a la vez- de que América Latina transforme su recurso humano para alcanzar los niveles de desarrollo de otras latitudes, pero una constante negativa en ese proceso de transformación son los partidos políticos, con su caníbal actitud cuando obtienen una cuota de poder.
¿Hasta cuando el Perú tiene que seguir viendo las mismas caras, oyendo los mismos nombres y padeciendo los mismos berrinches de algunos políticos que quieren tener figuración? Claro, tampoco hay que llegar al otro extremo de pedir abiertamente que se contrate a gente de un partido por el único hecho de pertenecer a él. Ya está bueno de tortas.
Toda esta coyuntura folklórica-pastelera nos encamina a una conclusión más seria. Ese paradigma de “la información es poder” está roto. La información es condición necesaria, mas no suficiente. Lo que da poder es el conocimiento y los medios tienen la envidiable posibilidad de hacérselo llegar a la población. Pero eso sí, mi humilde pedido, no nos quiten la cuota de folklore y de tortas, que de algo nos tenemos que reír.
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