lunes, 17 de octubre de 2005

Mentiras, contradicciones y "revoluciones"

Leer de vez en cuando ciertos capítulos de la historia latinoamericana es un ejercicio profundamente constructivo. Suelen ser tan apasionantes y enigmáticos como una novela, pero con el ingrediente de no ser ficción. Y ni hablar de la historia económica: repasar los precios de veinte o treinta años atrás es una experiencia entre el llanto y la risa.

Mención especial merece el caso cubano, el cual no deja de llamar la atención sobretodo a los más jóvenes. ¿Cómo es que después de décadas de opresión, de dictadura, de miseria, de trato infrahumano, la población de la isla no se haya sublevado contra el tirano Castro? ¿Cómo puede vivir tanta gente, y tanto tiempo, ciega, o crédula de que el “sistema” que les vendió el “revolucionario” Fidel es el camino a la felicidad?

Quizás la única respuesta lógica y comprensible de esa situación es que tantas veces se les ha dicho las mismas mentiras, que terminan por creérsela. Unamos el detalle de que muchos nacieron y han crecido en ese entorno comunistoide y empobrecedor; por lo tanto, no conocen otro mundo que el que no sea el que les pinta el dictador y la camarilla que lo acompaña. Es decir, la “revolución” cubana está soportada en la ignorancia de la población, el desconocimiento de lo que significa la libertad y la democracia verdadera.

Es más que evidente que Hugo Chávez en Venezuela sigue el libreto de Cuba. Cree ciegamente en él, se cree iluminado, quizás hasta reencarnado por algún antepasado propio o no y adolece además de otro tantos delirios que se han visto alimentados por el poder político y económico del que, por ahora, goza. Todo ello se ve reflejado en la base ideológica de su “nuevo socialismo” o “socialismo del siglo XXI”, plagada de mentiras, contradicciones y hasta de absurdos fenomenales que rayan con lo ridículo. O sea, la “revolución bolivariana” es en realidad un armatoste soportado en los –también por ahora- enormes ingresos petroleros que recibe el país.

Por citar un caso de las últimas mentiras del “gobierno bolivariano”, el ministro de educación y deportes ha declarado a Caracas “zona libre de analfabetismo”, dando su reconocimiento, además, al gobierno cubano por su apoyo en esa tarea. Las autoridades, empezando por el profesor ministro del área, se olvidan de que analfabeto no es sólo la persona que no sabe leer y escribir; es también aquella que no tiene cultura y que ignora los asuntos que le conciernen. Si a escribir vamos, atrévase a dar un paseo por Caracas (por la zona oeste, principalmente) y goce con las pintas a favor del gobierno con sendos horrores ortográficos que dicen mucho de la calidad de quienes apoyan el “proceso” y de lo libre que está la ciudad de analfabetos.

Otra mentira, de calibre olímpico, es el anuncio por parte del Instituto Nacional de Estadística (INE) de la disminución en el índice de desempleo en tres puntos porcentuales en relación con el año anterior, ubicándose en septiembre en 11,5%. Sin embargo, la que se lleva la presea dorada –por el descaro- es el anuncio, también del INE, de sus “previsiones”: el desempleo cerraría el 2005 en 8 ó 9% y en el 2006 se ubicaría en 6%. De estadística no tienen nada, pues todos saben que las órdenes del líder de la “revolución” van en ese sentido, así como las cifras de pobreza y pobreza extrema que no le gustan para nada. Tremenda envidia la de Avon, Elizabeth Arden y otras empresas del ramo.

Si de contradicciones se trata, la XV Cumbre Iberoamericana en Salamanca, España, brindó un decorado internacional para las últimas del gobierno: se anunció la incorporación de Venezuela como miembro pleno del MERCOSUR. Chávez habla de integración, pero de una que sea a su medida y conveniencia. Quizás ello explique el desprecio y maltrato que ha tenido hasta ahora para con la Comunidad Andina de Naciones de la que Venezuela es miembro y hasta para con la novísima Comunidad Sudamericana de Naciones, en cuya reciente reunión quiso boicotear la firma del documento con un berrinche personal.

No obstante, no hay que quitarle algo de razón al ex golpista y ahora presidente de Venezuela. Las cumbres de cuanto Grupo, Organización y etcéteras, se hacen cada año no tienen mayor utilidad que para el país anfitrión que recibe unos ingresos extras por los visitantes y participantes de esas reuniones. Chávez alguna vez lo dijo, pero es un asiduo asistente y generador de ingresos, pues su comitiva siempre es la más numerosa.

Volviendo al caso del MERCOSUR, no se entiende el ingreso a una unión aduanera con objetivos comerciales, de libre mercado, de un país que se encuentra bajo los más absurdos controles económicos (de cambios, de precios, de tasas de interés) y con una flamante Ley de Ilícitos Cambiarios que castiga con cárcel a aquellos que comercien con divisas a “espaldas” de este gobierno. Con ese panorama, lo único que hará Venezuela en el MERCOSUR es ser el socio regalón o el invitado al que hay que escucharle todas las pistoladas que diga en la cena… pues es quien paga la cuenta.

Y si de pistoladas hablamos, no dejemos de lado el pedido de extradición de Pat Robertson que -según Chávez desde Europa- haría su gobierno, ya que el showman y predicador evangélico sugirió que lo asesinaran y por ello –para él- es un terrorista declarado.

Si fuera así, ¿Estados Unidos podría pedir a unos cuantos militares venezolanos por las sospechas que tienen del apoyo “revolucionario” a las FARC y otros grupos terroristas en Colombia? ¿No es “raro” que Cuba y Venezuela fueran los únicos que objetaran en la Cumbre de Salamanca que se catalogue de terroristas a los grupos armados de Colombia?

Soñar no cuesta nada. En sueños suceden cosas que despiertos nos pueden parecer mentiras, contradicciones y hasta “revolucionarias”. ¿Será Venezuela una tierra de sonámbulos?

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