Los dulcitos de Chávez
“Yo no veo el noticiero en la televisión, yo no leo periódico. Total, siempre pasan la misma m…. Yo veo el canal Disney para no estresarme...” (declaración fresquita de una caraqueña, clase media, sobreviviente, doliente de la “revolución”). Cuando la escuché, que no es la primera vez, sólo me sonreí. Tiempo atrás, con una versión parecida, me carcajeé porque sonó como chiste. Ahora no; es una palurda realidad. No es casualidad que entre los “artículos de consumo” de mayor demanda se encuentren los antidepresivos, los antigripales y los antidiarreicos.
Y ahora ni para endulzarse la vida tiene el venezolano. Ya van semanas que la escasez de azúcar tiene a más de uno amargado. Otro ítem que se agrega a la lista de bienes que tienen un “mercado negro” en el país. Desde que se implantó el absurdo control de precios, la producción y/o distribución y/o comercialización de muchos productos no es negocio para nadie. Por lo tanto, el gran abastecedor termina siendo el Estado, pero como para eso tampoco sirve, sólo queda el conformismo y la desilusión alimentada por la ineptitud gubernamental.
Con tantos miles de millones de dólares de ingresos por el petróleo, con tanto convenio inútil firmado con la hermana república del otro lado del mundo, y ahora, con tanta habladera de pistolada sobre el desarrollo de la energía nuclear, y no se sabe lo elemental de administración doméstica para que los hogares tengan (siquiera) un kilo de azúcar. Bueno, alguna vez Chávez reconoció que su experiencia se limita a administrar una cantina…
Como si no fuera suficiente el tomar café amargo, el tener que soportar que todo el mundo se aproveche de la escasez de azúcar para justificar aumentos de precios -así sea un corte de cabello-, hay que sufrir estoicamente las declaraciones de los funcionarios gubernamentales que no andan de viaje con su líder, de los arribistas o de otros individuos de los que no se tiene idea qué pintan o qué méritos tienen para abrir la boca.
Por ejemplo, escuchar al jefe del comando de campaña de Chávez, Francisco Ameliach, es todo un poema. Según él, “en la estrategia para vencer ya hay tres enemigos identificados: el Gobierno de Estados Unidos, el triunfalismo del chavismo y el Registro Electoral”. Para todos aquellos lectores que tengan sus neuronas funcionando y bien ubicadas, el comentario natural es una grosería autóctona, ya sea en modo de interjección o como recordatorio de un familiar ascendente de Ameliach.
¿Qué carajo tiene que ver Estados Unidos con Venezuela (además de ser el principal comprador de su petróleo) en esta campaña electoral? ¿Cuál es la obsesión enfermiza, casi sexual, de Chávez con ese país, con Bush, con los gringos?... y así otras tantas preguntas más que cualquier venezolano (en sus cabales, claro está) hace como catarsis diariamente. Es que los temas que ventila (o pretender ventilar) el gobierno rayan con la estupidez; tanto, que cuesta creerlo.
Hasta hoy (31 de julio) Chávez seguía con su turismo “antihistórico”, reuniéndose con lo más graneado de los gobiernos o regímenes despreciados del planeta; firmando convenios, emitiendo declaraciones y vociferando contra el “Imperio” con tanta convicción, que cualquier día de estos empuña un sable fosforescente, luminoso, lo agita en el aire y en medio de una cadena por radio y televisión dice “que la fuerza mesma nos acompañe”.
Siempre que el “revolucionario” anda turisteando por el mundo, llevando su mensaje de paz y amor, es que alguna tarea les dejó a su subiditos para que se la entregaran a su regreso, con lazo de cinta roja y todo. El “regalito” seguro tendrá que ver con un “combo electoral”: registros, votantes, reglas de juego a su medida, observadores, testigos, etc., o sea, todo lo necesario para hacerle creer al mundo que se vive una democracia en Venezuela. Un sistema de gobierno tan maravillosamente perfecto y con el que la gente está tan de acuerdo, que no es necesario que el “aspirante” deje el cargo, ni que se aproveche de los recursos del Estado, ni siga inaugurando lo in-inaugurable.
Todo esto que parece mentira es verdad. Todo esto que un lector foráneo puede creer que es una burda campaña en contra de Chávez, es la amarga realidad. En Venezuela todos saben -hasta los chavistas- que no es capricho ni mentira hablar mal del gobierno. Faltan pocos días para que el “líder” regrese de su gira universal. Supongo que algo nos traerá. Con suerte, puede que sean hasta algunos dulcitos con mucha azúcar de Bielorrusia, de Irán, de Vietnam… tan considerado él.
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1 Comments:
Muy bueno, de verdad disfrute la lectura de este post.
Es lamentable que estemos pasando por todas estas situaciones y es muy importante seguirlas echando al mundo para que se sepa la verdad de lo que esta pasando en nuestra patria.
Te felicito, ya lei lo demas, bien redactado, ameno...nada pesado.
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