Besar a la rana o al sapo
Si de sensaciones se trata, la que tengo hoy –antes de ir a votar- no es la misma que la del 10 de abril durante la primera vuelta electoral. La de hace semanas, fue una de expectativa, de confianza, de esperanza, de creer que el rumbo por el que viene caminando el Perú desde hace varios años no sufriría grandes variaciones. Sin embargo, los flashes informativos a las cuatro de la tarde (ese día) me dejaron en el estado que -todavía hoy- hace que revolotee en mi cabeza la pregunta ¿por qué llegamos a esta situación?
Muchos lo tienen claro, pues el resentimiento social sigue siendo en el Perú (al igual que otros países de Latinoamérica) el recurso más utilizado para arrancar en la población el motor anti sistema, anti político y todo lo “anti” que permita captar votos; lo que a la larga, es lo último que le importa a muchos candidatos.
Otros electores, por el contrario, se atrincheran en su “quemeimportismo” para viciar su voto, para votar en blanco o hasta para preferir pagar su multa y no ir a votar. Lo que ellos no saben es que se convertirán en los nuevos resentidos (políticos o sociales) dentro de cinco años, consecuencia de pase lo que pase, gane quien gane, y se quejarán, pero advirtiendo, “por eso no voté por él/ella”.
Es triste concluir que esta campaña presidencial sólo se basó en los ataques, en las descalificaciones personales, en la genealogía de los candidatos, pero nunca en la calidad del postulante a gerente y muchos menos en su “propuesta gerencial”. Hoy, en este último paso, está clarísimo que el destino del Perú no será el mismo si gana uno u otra, ya que si en los planes de gobierno nos basamos, las cartas están echadas y destapadas. No obstante, la incertidumbre se respira y se transpira en todo lugar, en el país y el extranjero.
¿Qué hacemos ahora? ¿Nos cruzamos de brazos? ¿Comentamos las malas jugadas durante tres días, como es costumbre ante los malos partidos de la selección de futbol? ¿O simplemente, aquí no pasó nada? La respuesta no la tendremos hoy… supongo que el 28 de julio, cuando asuma el (la) nuevo mandatario(a) veremos algunas luces sobre el “nuevo” camino para los próximos cinco años. Así que, mientras tanto, voy saliendo a votar. No soy tan caradura como para no hacerlo, o para desperdiciar mi voto, dejando que otros decidan en mi nombre. Para mí, rana no es lo mismo que sapo.
Fuente ilustración: Zapatazos de El Nacional (Caracas), 4 de junio de 2011
Etiquetas: 5 de junio, elecciones, Perú
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