Cantos de Lluvia
El último domingo, como ha sido costumbre desde hace muchas lunas, el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez, se dirige al país a través de su programa “Aló Presidente”, el cual se transmite por el canal de televisión del Estado y algunas radioemisoras. Para variar, el mandatario venezolano –intencional o no- genera reacciones, polémicas, rabietas y otras cosas más a través de su variopinta sesión dominical.
El 20 de febrero no fue la excepción. Tomando la palabra a lo dicho por Fidel Castro días atrás quien “paternalmente” le aconsejó que se cuidara, Chávez gritó a los cuatro vientos que el gobierno de los Estados Unidos, que George Bush, lo quiere matar. El presidente de la Asamblea Nacional –en la misma onda- advirtió que si asesinaban a Chávez, Venezuela dejaría de abastecer de petróleo a la nación del norte. El ministro de Comunicación e Información declara que existe una campaña mediática orquestada por los Estados Unidos en contra de Venezuela y hasta menciona a un corresponsal extranjero en el país como receptor de fondos para ello, aunque admite que no tiene pruebas para demostrarlo.
En un artículo anterior (“El verdadero complot”), coincidentemente, comentamos sobre las bombitas de distracción y las cortinas de humo. No se porqué, esto huele a algo parecido.
En las recientes fechas de carnaval, en Venezuela hubo mucha agua, más que agua. Desgracias, ríos desbordados, carreteras inutilizadas, caminos bloqueados, damnificados, pérdida de vidas humanas. Y no quedó ahí. Las lluvias siguieron y, hasta el día de hoy, hay pánico, regiones del país que siguen inundadas y personas que lo único que tienen es su vida. Mientras eso ocurría y ocurre, Chávez habla de posibles magnicidios (no es la primera vez), y se pone a cantar en su programa y arremeter contra todo lo que suene a disidencia. La única respuesta que ha obtenido del gobierno estadounidense –por ahora- es que las acusaciones de complot son “ridículas y falsas”.
¿Qué busca Chávez con toda esta alharaca en contra de los yanquis? ¿Qué pretende con levantar polvareda todo el tiempo contra el “imperialismo”, como el lo llama? Es obvio que el Tío Sam no tiene muchos simpatizantes en América Latina, pero pareciera que el mandatario venezolano quisiera tomar para si a toda esa gente y convertirla en “chavista”. Lugar que visite, “goza” de sus ofrecimientos, de sus posibles negocios, de su petróleo y, como buen populista, se viste ideológicamente del terruño que pisa. En China fue maoísta; en Argentina, peronista; y así pare de contar.
Hasta aquí alguien podría decir que Chávez puede decir y hacer lo que le de la gana, mientras haga lo que tiene que hacer como gobernante. Claro, siempre y cuando lo haga, cosa que muchos de esos damnificados por las lluvias andan reclamando y exigiendo, o –en el mejor de los casos- dudando de que lo haga. De hecho, los días de carnaval, en los que el agua seguía cayendo, las malas noticias iban y venían, el presidente brillaba por su ausencia. En ningún medio apareció, en ningún audio se le escuchó y mucho menos se lo vio al frente de las labores de rescate. Y eso que para todo aplica la perspectiva de “misiones militares”, de guerra, de enemigo, de estrategia y demás yerbas.
La zona del Estado Vargas, la misma que sufrió la desgracia de 1999 cuando cientos de personas desaparecieron y otras tantas lo perdieron todo, recibió hasta mil millones de dólares para su reconstrucción y realización de obras de prevención en quebradas y ríos. Las obras efectivamente culminadas se pueden contar con los dedos de una mano. ¿Dónde está todo ese dinero cinco años después? ¿Dónde está el desarrollo de obras que tuvo asesoría internacional? Hasta quien ocupó por un tiempo el cargo de “autoridad única” de ese gran proyecto de reconstrucción ha hecho público el mismo cuestionamiento.
Semanas atrás el gobierno realizó una especie de “Teletón” para conseguir fondos para los damnificados de Asia, actividad que bautizó “Un bolívar para Asia”. Se recaudaron más de veinte mil millones de bolívares y el sector privado colaboró profusamente. Se comentó que Chávez iría personalmente a hacer entrega de ese dinero y transmitiría su programa dominical desde esas latitudes. Días después, Venezuela es la que enfrenta la tragedia. Y cuando se pide la ayuda para el propio país, muchos lo piensan dos veces. ¿Por qué voy a dar si el gobierno tiene tanto real? ¿Dónde están los reales de Vargas? ¿No pidieron un bolívar para Asia? Qué Asia un carajo, que se los den a los nuestros, no joda!!! se escucha por ahí.
El domingo 20 de febrero otro programa de “Aló Presidente” estuvo al aire. "Ya Fidel Castro lo dijo hace algunos días. Ahora lo voy a decir yo. Y ni Fidel Castro ni yo hablamos pendejadas. Si a mí me llega pasar algo, hago responsable al presidente de EEUU de Norteamérica"... Hasta cantos se escucharon en voces de funcionarios públicos alentados por un profundo fervor chavista. En Venezuela no hay necesidad de la danza de la lluvia. Con los cantos, de burócratas o de sirenas, basta y sobra.
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