martes, 1 de mayo de 2007

Arrullo populachero

En vísperas del Primero de Mayo, en uno de sus arrebatos seudo revolucionarios, antiimperialistas, salvadores del mundo, Chávez anunció su deseo de “firmar hoy mismo” el retiro del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial (BM), instituciones de las cuales es miembro Venezuela; es decir, el país, no él. Asimismo, ante la posible condena de parte de la Corte Interamericana de Derechos Humanos por el caso de la violación de la libertad de expresión, ratificó su amenaza de retirar al país de la Organización de Estados Americanos (OEA)… total “Cuba se retiró y no se ha muerto".

Fuera del carácter populachero de sus “anuncios”, cuyo público no es más que esa gran masa de personas hambrientas de seguridad, de salud, de alimentos, pero sobretodo de conocimiento, las matonerías de Chávez apuntan a aislar a Venezuela de la comunidad internacional, a borrar con su dedo dictatorial la existencia de ese mundo “globalizado” en el que las fronteras no son pretextos para cometer barbaridades al interior del país bajo el pomposo pretexto de la soberanía nacional.

Es cierto que en la coyuntura actual es una estupidez depender de préstamos del FMI o el BM. En primer lugar, por el chorro de dinero que –supuestamente- ingresa al país por la venta de petróleo y; en segundo lugar, porque –también supuestamente- no existen problemas con la balanza de pagos o en las cuentas nacionales que ameriten la ayuda financiera del Fondo y su obligada tutela en el manejo económico. No obstante, no todo es eterno, mucho menos los ingresos por venta de petróleo o inclusive sus precios en los mercados internacionales. Menos eterno aún, con la enorme estructura burocrática gobiernera que consume recursos pero no genera beneficios de ninguna índole.

Con la brutalidad de ingresos, al día de hoy, Venezuela podría haber pagado la totalidad de su deuda externa e interna; sin embargo, en los ocho años que van de desgobierno chavista, la deuda se ha incrementado a niveles que algunos estiman cercanos a los 80 mil millones de dólares. Emisión de bonos nacionales, de bonos conjuntos con Argentina, bonos de la petrolera estatal; en fin, deuda y más deuda que por donde se mire no tiene justificación. A ese ritmo, pareciera que Chávez (de mantenerse tanto tiempo en el poder, como él asegura) en algún momento seguiría los pasos de su antecesor Caldera, quien juró que no recurriría al FMI… y terminó “pidiendo perdón” en su sede en Washington por los pecados económicos cometidos.

Claro, la diferencia se daría en que Venezuela no pertenecería más al organismo financiero y sólo dependería de los mercados financieros (cada vez más desconfiados de su gobierno) o de los países “amigos”, esos a los que ahora les regala millones en cooperación, en fondos “para algo”, o en convenios que no han reportado ninguna utilidad real para la nación. El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, y es muy bien sabido que, a la hora de la desgracia, los “amigos” brillan por su ausencia.

Para contrarrestar la autoexclusión de los organismos financieros internacionales, Chávez tiene entre ceja y ceja la creación del Banco del Sur, proyecto que seguramente se concretará, como todos los caprichos institucionales del “líder” y gracias a –para variar- los ingresos por el petróleo y los impuestos pagados por todos los venezolanos. Pero si de lógica hablamos, el presidente venezolano debería igualmente retirarse del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), cuya sede también está en Washington, y de la Corporación Andina de Fomento (CAF), la cual –irónicamente- tiene su sede en Caracas.

Con el BID no hay que pensarlo mucho: está en la ciudad imperialista y los Estados Unidos tienen el 30% del control accionario y poder decisorio, frente a apenas el 5,8% de Venezuela. O sea, el BID también “pá fuera”!!! Y con la CAF, hasta tiene sentido: si el país se retiró de la Comunidad Andina (CAN), renegó de ella, y se integró al MERCOSUR, ¿qué pinta en el brazo financiero andino? Aunque el haberse excluido de la CAN no obliga al país a retirarse de la CAF, pareciera hasta “ético” hacerlo; sino, sería algo así como estar divorciado pero seguir yendo a comer todos los días a la casa de la ex mujer.

De concretarse, surgen algunas interrogantes: ¿Se permitiría que su sede se mantenga en Caracas? ¿Se retiraría al vicepresidente de la institución, que es venezolano? ¿Se cancelaría la deuda total que se mantiene con ella? Cierto es que la CAF no condiciona sus préstamos a sus países miembros, pues su origen precisamente se basó –entre otras motivaciones- en ser una alternativa a las instituciones del hemisferio norte. Sin embargo… se sigue siendo el divorciado que come en casa ajena.

Pero los arrebatamientos de Chávez no son aislados. Él busca que sus “socios” sigan su ejemplo, algo así como lo que Correa hizo en el Ecuador al execrar al representante del BM y pagar lo adeudado al Fondo. Es más, Bolivia también debería seguir el ejemplo retirándose del FMI, del BM, del BID y hasta de la CAF, institución esta última donde el presidente ejecutivo es boliviano y se encamina hacia los 20 años al frente de ella, en cuatro quinquenios de mandato consecutivos.

Lo innegable en esta historia es que, como todo lo que hace el ex golpista venezolano, las intenciones son otras a las vendidas a la plebe. La idea es dejar a Venezuela tan aislada como Cuba, pero bañándose en dólares que vienen del enemigo imperialista por la venta de petróleo. Una Venezuela aislada de organismos financieros internacionales (total, hay mucho dinero), aislada de organismos supranacionales en materia jurídica y de derechos humanos (total, a los pobres no les afecta) y aislada de la realidad (total, el país parece dormido… ¿para qué despertarlo?)… a seguir con el arrullo. Arrullo populachero.

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