El después de...
Fueron pocos segundos. Luego de transmitir un video con el himno nacional, cantado por sus propios trabajadores, la pantalla de RCTV se puso negra. No apareció la línea horizontal y el sonido continuo, sólo la negra pantalla; pero fue igual como cuando alguien se muere. Fueron pocos, contados segundos, una eternidad que –para quienes lo vivieron- fueron de angustia, de esperanza, cargados con la ilusión de que resucitara. Pero no fue así. Ocho segundos después de ese paro cardíaco televisivo, apareció la imagen de TVes, el nuevo canal de televisión gobiernero. Todo estaba consumado. El crimen fue cometido con premeditación, alevosía y ventaja.
A partir de ese instante, y hasta el momento de redactar este artículo, Venezuela entera se montó en el autobús de la rebeldía, de la protesta, de la manifestación de calle. Pese a los ridículos intentos de funcionarios del gobierno, y del propio Chávez, por negar la realidad, los protagonistas de este capítulo de historia contra el régimen son los estudiantes universitarios, a quienes se les vienen uniendo empleados, desempleados (que son muchos), amas de casa y hasta los que dicen ser “chavistas”.
Un ingrediente de este caldo de cultivo que el propio régimen montó en la olla, es la salvaje represión que vienen ejerciendo los organismos de “seguridad”. Videos aficionados han demostrado que los empleados del gobierno están armados, quienes azuzados por el irracional llamado a la confrontación hecho por Chávez –en cadena nacional- atacan a la población civil, desarmada.
No creemos que -esta vez- la gente se deje amilanar. La ausencia de seudo líderes de la oposición ha hecho de esta lucha un movimiento netamente civil, con raíces estudiantiles, y el gobierno le teme muchísimo a eso. No por nada, el jueves pasado, el ex militar golpista se encadenó para anunciar nuevos beneficios a las universidades públicas, aumentos de sueldo, más becas y otras tantas promesas ya ofrecidas e incumplidas. En las universidades está la gente pensante, sin distingo de raza, posición socio-económica, religión; y son sólo eso: seres pensantes, lo cual le da urticaria al gobierno.
Los argumentos del régimen reafirman lo que habíamos expuesto en un artículo anterior: Chávez cree que la gente es tarada. Asegurar que se “utiliza” a los estudiantes como “carne de cañón” es un insulto a su inteligencia. El cuento -una vez más- de que hay sectores que promueven el “magnicidio” (nombre de una acción que a él le queda muy grande) es una estupidez tan grande que hasta sus propios seguidores reaccionan con desprecio y rabia. Seguramente no tardará en afirmar que las manifestaciones son financiadas por Bush, que la CIA tiene gente infiltrada en las protestas (porque hay mucho “niño rico” en ellas), o que es parte de un complot internacional organizado por CNN.
La verdad es que, ¿quién no tiene un hijo, sobrino, nieto, familiar, novio, amigo, vecino, conocido, que sea estudiante universitario? Empleados públicos, funcionarios de alto rango, militares, empresarios, la gente de las zonas populares, de los cerros, todo el mundo tiene algo que ver con ellos. Y eso le duele al gobierno, pues en algún momento, todo ese entorno de los estudiantes tendrá que apoyarlos. A Chávez le tiemblan las piernas, para variar, y sus bravuconadas, sus matonerías por radio y televisión lo delatan.
El país se está expresando poco a poco, a cuentagotas quizás; pero está demostrando que la gente no aguanta un abuso más. “El después de” no ha terminado, apenas empieza.
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RCTV, represión, dictadura, manifestaciones
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