Una (re)lectura sobre Venezuela
Días atrás el señor José Lolas Miani escribió un atrevido artículo de opinión sobre el referéndum revocatorio presidencial venezolano (*), en el que afirmaba –entre otras cosas- que “dos de los grandes derrotados en dicha consulta electoral han sido los medios de comunicación y las organizaciones de la sociedad civil que hicieron campaña contra el Presidente Chávez y lo obligaron a convocar el Referéndum”.
En vista de que en dicho escrito hay una serie de pareceres dramáticamente alejados de la realidad, me permito –con todo respeto- corregirle la plana al señor Lolas.
En primer lugar, no creo que sea correcto calificar de “derrotados” a la sociedad civil y a los medios de comunicación venezolanos (a menos que se sea del gobierno chavista, claro está) que, al fin de cuentas, son la misma gente; pues los medios están compuestos de personas que no son ni militares, ni extranjeros, ni extraterrestres, ni son algo distinto de la raza humana: son también miembros de esa (para algunos todavía poco clara) sociedad civil.
No se puede calificar de derrotados a quienes han luchado (y lo siguen haciendo) para que se cumpla y respete la Constitución de la República, una Carta Magna que –irónicamente- el actual presidente de Venezuela impulsó y vendió como una de las más progresistas del mundo. Precisamente -y aquí otra corrección al señor Lolas-, nadie obligó a Chávez a convocar el Referéndum Revocatorio: está establecido en la Constitución como uno de los derechos políticos del pueblo, pues “todos los cargos y magistraturas de elección popular son revocables” (artículo 72).
Por cierto, todo el proceso previo a la convocatoria (recolección de firmas, verificación, reafirmación de firmas y pare de contar) parecía una carrera de obstáculos. Y pese a que cada día se interponía uno nuevo, los “derrotados” los superaban. Nunca se vieron en Venezuela (y creo que en todo el mundo) tantas manifestaciones cívicas y multitudinarias. Sin importar sexo, edad, credo o cualquier diferencia, millones de venezolanos marcharon por las calles pacíficamente para pedir cambios.
No puede ser un derrotado quien siempre prefirió la paz a la violencia. No puede ser un derrotado quien siempre confió en las instituciones y las leyes, pese a que las propias instituciones le ponían trabas en el camino. Ingenuo quizás, pero nunca un derrotado.
En segundo lugar, para el señor Lolas “los medios de comunicación también pueden equivocarse y no sintonizar correctamente con la opinión mayoritaria de la población o con la realidad por razones diversas: políticas, económicas, subjetivas. Para los analistas políticos los medios de comunicación deben ser, por eso, un referente importante, muy importante, pero nada mas”.
Craso error. Los medios de comunicación son eso: medios a través de los cuales se comunica o se informa, según sea el caso. En el caso de la prensa escrita, la radio y la televisión, limitándonos al caso de la tarea informativa, los medios transmiten lo que se ve, lo que sucede y lo que acontece. Para lo otro están los programas y artículos de opinión, en los que las personas (ojo, las personas, con nombre y apellido) pueden expresar todo lo que les parezca sobre un tema en particular… tal como lo hizo el señor Lolas en su artículo de opinión.
Es cierto que puede haber diversas formas de ver la realidad y que existen factores que influyen en las mismas; sin embargo, de allí a decir que los medios se equivocan o que no “sintonizan” con la opinión mayoritaria de la población, es como arriesgado. Repito: los medios están compuestos de personas…
Para los analistas políticos la materia prima es la realidad del país, y la realidad se ve, se escucha, se estudia, se vive, y para eso, los medios nos muestran el reflejo de esa realidad traducida en noticias, precisamente para tratar de alcanzar la objetividad en el análisis. Aquel analista que hace su trabajo sobre la base de lo que otros dicen es simplemente un vulgar plagiario.
El señor Lolas habla de la realidad real (“la de la calle que, si creemos en la democracia, siempre será la verdadera” –sic) y de la “realidad virtual” (“las de las Web de los medios de comunicación y de las ONG de la sociedad civil” –sic), para de alguna manera explicar porqué, si un día antes del referéndum el Sí era mayoría, al día siguiente ganó el No.
Me voy a apoyar en lo que él mismo afirma para comentar: En Venezuela se puede escuchar gritar a los cuatro vientos que todo está “excesivamente normal”, que todo el mundo está feliz, que todo el mundo está con Chávez, pero quien le da valor verdadero a esas afirmaciones es el pueblo, no la “realidad virtual” que se quiere divulgar. Pregúntele, señor Lolas, a un venezolano cualquiera qué cree que sucedió. ¿Porqué se habla de fraude? ¿Porqué si Chávez ganó con un 60%, nadie celebró al día siguiente? ¿Será que la “realidad oculta” es subversiva? (para el señor Lolas existe una “realidad oculta” que todavía no se logra medir).
La realidad en Venezuela (sinceramente no sé si es oculta, real o virtual) habla del desempleo que ronda el 20%, habla de fuga de cerebros, habla de control de cambios, habla de inflación inercial (pese a estar bajo control de precios), habla un crecimiento increíble de la economía informal, de una sociedad polarizada, de niveles de inseguridad nunca antes vistos (en Venezuela cada fin de semana hay –como mínimo- 50 muertes violentas sólo los fines de semana).
Pero de lo que no se habla, es de un envidiable desarrollo en infraestructura, de altos niveles de educación, de dotación para los hospitales, de planes de vivienda, o de cualquier muestra de ese torrente de miles de millones de dólares que siguen ingresando por la venta del petróleo. Ese dinero, parece que es lo único virtual.
Señor Lolas, ¿cuando a finales de la década de los ochenta, el Perú sufría hiperinflación, desempleo, fuga masiva del país (no sólo de cerebros), hambre, etc., era realidad virtual? ¿Era que los medios, o esa sociedad civil –cegada quizás por diabólicos pensamientos políticos- se ensañaron contra el gobierno? ¿Fue todo una mentira de los adversarios políticos? ¿Intenta decir que el actual gobierno del Perú es perfecto y aquellos que se atreven a criticarlo son unos necios?
Alguien dijo por ahí que los pueblos tienen los gobernantes que se merecen, y la gente –que es la que conforma ese pueblo- se equivoca. Pero así como los del género humano cometemos errores, también hay quienes del error rescatan enseñanzas y quienes “tropiezan con la misma piedra”. Lo interesante de todo ello –ya que no estoy descubriendo el agua tibia- es que cuando hablamos del político (o del animal político, técnicamente hablando), los errores pueden convertirse en aciertos y los líderes nunca son responsables de nada, la culpa de todo es de la oposición. Una forma extraña de materialismo dialéctico desde el punto de vista de algunos políticos.
Pienso que es muy prematuro para sacar lecciones del caso venezolano y menos calificar de error la actuación de la sociedad civil y de los medios. Curiosamente, al momento de escribir este artículo, el presidente Chávez exige a la Asamblea Nacional celeridad para aprobar la llamada Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión, conocida también como “Ley Mordaza”. Todavía quedan muchas páginas por escribir en esta historia y mucho por decir.
Lo que si comparto plenamente con el señor Lolas es que “quienes tenemos la responsabilidad de informar y de formar opinión, tenemos que esforzarnos por presentar la realidad lo más objetivamente posible…”. Eso si, la realidad sin adjetivos, nada que ver con la virtual, la oculta, la política o la metafísica, sólo la realidad que se vive y se siente. Por último, no coloque en la papelera de reciclaje su legítima opinión personal, señor Lolas; sino no tendríamos el placer de conocerla. Gracias a Dios, la libertad de opinión y expresión es un derecho humano y no hay medio, gobierno o computadora que nos lo quite. Y si alguien se atreve, estoy seguro que ahí estarán la sociedad civil y sus medios de comunicación para defenderla.
(*) Publicado en GatoEncerrado.net