martes, 25 de octubre de 2005

Golpe a la venezolana

La idiosincrasia del venezolano siempre ha sido uno de sus más valiosos activos. Quizás el saber que se está sobre una tierra con una riqueza invalorable, el vivir en un entorno tropical o el estar rodeado de mujeres bellas producto de las más variadas mezclas de razas, siempre hizo que el día a día, por más duro que fuese, sea llevado con un “nomeimportismo” envidiable.

Inclusive en los momentos más violentos de la historia republicana venezolana en el siglo XX no falta el toque de humor, la anécdota histórica o la enseñanza trivial pero enriquecedora. Ese es el venezolano y quizás ese “antiparabolismo” explique en cierta forma el porqué de la aparente pasividad de la sociedad ante los usos y abusos del poder de la llamada “revolución bolivariana”

Pero, precisamente, el confundir pasividad con idiosincrasia es lo que le debe estar causando a Hugo Chávez las migrañas, berrinches y arranques maniaco depresivos más hilarantes que deben soportar sus “colaboradores” más cercanos (léase aduladores), quienes terminan por complacer los deseos del líder de demostrar el infinito poder que –por ahora- acumula.

Así, no es raro que Chávez, repentinamente, mande a encadenar radio y televisión para decir cuanta pendejada se le ocurra, desde el sitio en que se encuentre y a la hora que sea; sin más motivo que el irritar a todo aquel que lo adversa. De hecho, el encadenar demuestra que él está muy conciente de que una gran mayoría no lo soporta y por ello visualiza en la acción una manera masiva de joderlos a todos, de un solo tirón y sin anestesia.

Pero, es en esos momentos cuando sale a lucirse el venezolanismo: antes la gente se mortificaba y ahora sólo apaga el televisor o pone el cable; apaga la radio o pone el CD; o –en el peor de lo casos- deja televisor o radio encendidos y deja que la verborrea siga como si fuera el pasar de los carros, o cualquier otro ruido molesto que a larga se soporta porque sí. Tan así es, que el gobierno está afincado en obligar a las televisoras por cable a meter canales del Estado (gobierneros en realidad), como si eso cambiara la manera de pensar del televidente.

El venezolano está poco a poco volviéndose a reír del gobierno en su propia cara. El venezolano está recuperando su sentido común, jodedor e inteligente, el cual –estemos claros- no lo tiene la “revolución”, los militares “del proceso” (o sea, los no institucionales) y toda la cuerda de funcionarios o fanáticos chavistas con estudios primarios como máximo. El estar JPC (“jodido pero en Caracas”, o “jodido pero contento”) pareciera asomarse nuevamente en la sociedad, y eso resulta harto peligroso en la mente cuadrada y militar de Chávez.

Una muestra de lo que afirmamos es la aparición, hace algunas semanas, de esqueletos regados por la ciudad con mensajes antigobierno y con llamados a la desobediencia civil. Elaborados en cartón, papel u otro material nada estrambótico, su debut estuvo enmarcado dentro de la calificación de “terrorismo”. Como lo lee: “terrorismo”. Hasta inventaron que alguno de ellos causó efectos nocivos a unos policías que lo encontraron y removieron el ornamento de papel de algún puente caraqueño. Más que miedo, lo que causaron los esqueletos “golpistas” fueron carcajadas por el ridículo despliegue policial, que por cierto no hacen para combatir la delincuencia.

Los esqueletos “fascistas”, “golpistas”, “subversivos”, llegaron para quedarse. Es más, al más puro estilo estadounidense, yanqui, imperialista (que hasta urticaria le debe generar a Chávez), este lunes aparecieron en Caracas auyamas (calabazas, zapallos) “desobedientes”, pues instan al pueblo a aplicar el artículo 350 de la Constitución, es decir, el cuchillo que el propio Chávez diseñó para su garganta.

Para quienes no lo saben, o no recuerdan, el susodicho artículo dice que “El pueblo de Venezuela, fiel a su tradición republicana, a su lucha por la independencia, la paz y la libertad, desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticos o menoscabe los derechos humanos”. O sea, ¿está o no en su derecho el pueblo de Venezuela a reconsiderar el poder que se le otorgó a este gobierno? Aunque la respuesta es obvia, la “revolución” cree que no y lo que hace es desconocer el poder originario de la sociedad, ese que tantas veces le refregó en la cara a los opositores para justificar su proyecto político.

Si estas acciones cómico-“subversivas” tuvieran una lógica, y ante la cercanía de la celebración imperialista (léase Halloween), se podría esperar que aparezcan gatos, brujas, escobas o telarañas “golpistas” por la ciudad. Y de ser así, seguramente que el gobierno dirá que es una acción planificada en la CIA, que Bush está detrás de eso, o que es una alerta de la próxima invasión de Estados Unidos a Venezuela.

Puede que hasta prohíban celebrar el día de las brujas, por ser una fiesta gringa, pero eso no impedirá que la gente, con un mínimo de tolerancia, se cague de la risa de ver al gobierno enviando comisiones policiales y hasta cerrando calles para descolgar un esqueleto de cartón. No se disparan balas, no hay muertos reales, ni discursos encadenados, pero la sociedad le puede estar metiendo, poco a poco, su tan ansiado golpe a Chávez: un golpe a la venezolana.

lunes, 17 de octubre de 2005

Mentiras, contradicciones y "revoluciones"

Leer de vez en cuando ciertos capítulos de la historia latinoamericana es un ejercicio profundamente constructivo. Suelen ser tan apasionantes y enigmáticos como una novela, pero con el ingrediente de no ser ficción. Y ni hablar de la historia económica: repasar los precios de veinte o treinta años atrás es una experiencia entre el llanto y la risa.

Mención especial merece el caso cubano, el cual no deja de llamar la atención sobretodo a los más jóvenes. ¿Cómo es que después de décadas de opresión, de dictadura, de miseria, de trato infrahumano, la población de la isla no se haya sublevado contra el tirano Castro? ¿Cómo puede vivir tanta gente, y tanto tiempo, ciega, o crédula de que el “sistema” que les vendió el “revolucionario” Fidel es el camino a la felicidad?

Quizás la única respuesta lógica y comprensible de esa situación es que tantas veces se les ha dicho las mismas mentiras, que terminan por creérsela. Unamos el detalle de que muchos nacieron y han crecido en ese entorno comunistoide y empobrecedor; por lo tanto, no conocen otro mundo que el que no sea el que les pinta el dictador y la camarilla que lo acompaña. Es decir, la “revolución” cubana está soportada en la ignorancia de la población, el desconocimiento de lo que significa la libertad y la democracia verdadera.

Es más que evidente que Hugo Chávez en Venezuela sigue el libreto de Cuba. Cree ciegamente en él, se cree iluminado, quizás hasta reencarnado por algún antepasado propio o no y adolece además de otro tantos delirios que se han visto alimentados por el poder político y económico del que, por ahora, goza. Todo ello se ve reflejado en la base ideológica de su “nuevo socialismo” o “socialismo del siglo XXI”, plagada de mentiras, contradicciones y hasta de absurdos fenomenales que rayan con lo ridículo. O sea, la “revolución bolivariana” es en realidad un armatoste soportado en los –también por ahora- enormes ingresos petroleros que recibe el país.

Por citar un caso de las últimas mentiras del “gobierno bolivariano”, el ministro de educación y deportes ha declarado a Caracas “zona libre de analfabetismo”, dando su reconocimiento, además, al gobierno cubano por su apoyo en esa tarea. Las autoridades, empezando por el profesor ministro del área, se olvidan de que analfabeto no es sólo la persona que no sabe leer y escribir; es también aquella que no tiene cultura y que ignora los asuntos que le conciernen. Si a escribir vamos, atrévase a dar un paseo por Caracas (por la zona oeste, principalmente) y goce con las pintas a favor del gobierno con sendos horrores ortográficos que dicen mucho de la calidad de quienes apoyan el “proceso” y de lo libre que está la ciudad de analfabetos.

Otra mentira, de calibre olímpico, es el anuncio por parte del Instituto Nacional de Estadística (INE) de la disminución en el índice de desempleo en tres puntos porcentuales en relación con el año anterior, ubicándose en septiembre en 11,5%. Sin embargo, la que se lleva la presea dorada –por el descaro- es el anuncio, también del INE, de sus “previsiones”: el desempleo cerraría el 2005 en 8 ó 9% y en el 2006 se ubicaría en 6%. De estadística no tienen nada, pues todos saben que las órdenes del líder de la “revolución” van en ese sentido, así como las cifras de pobreza y pobreza extrema que no le gustan para nada. Tremenda envidia la de Avon, Elizabeth Arden y otras empresas del ramo.

Si de contradicciones se trata, la XV Cumbre Iberoamericana en Salamanca, España, brindó un decorado internacional para las últimas del gobierno: se anunció la incorporación de Venezuela como miembro pleno del MERCOSUR. Chávez habla de integración, pero de una que sea a su medida y conveniencia. Quizás ello explique el desprecio y maltrato que ha tenido hasta ahora para con la Comunidad Andina de Naciones de la que Venezuela es miembro y hasta para con la novísima Comunidad Sudamericana de Naciones, en cuya reciente reunión quiso boicotear la firma del documento con un berrinche personal.

No obstante, no hay que quitarle algo de razón al ex golpista y ahora presidente de Venezuela. Las cumbres de cuanto Grupo, Organización y etcéteras, se hacen cada año no tienen mayor utilidad que para el país anfitrión que recibe unos ingresos extras por los visitantes y participantes de esas reuniones. Chávez alguna vez lo dijo, pero es un asiduo asistente y generador de ingresos, pues su comitiva siempre es la más numerosa.

Volviendo al caso del MERCOSUR, no se entiende el ingreso a una unión aduanera con objetivos comerciales, de libre mercado, de un país que se encuentra bajo los más absurdos controles económicos (de cambios, de precios, de tasas de interés) y con una flamante Ley de Ilícitos Cambiarios que castiga con cárcel a aquellos que comercien con divisas a “espaldas” de este gobierno. Con ese panorama, lo único que hará Venezuela en el MERCOSUR es ser el socio regalón o el invitado al que hay que escucharle todas las pistoladas que diga en la cena… pues es quien paga la cuenta.

Y si de pistoladas hablamos, no dejemos de lado el pedido de extradición de Pat Robertson que -según Chávez desde Europa- haría su gobierno, ya que el showman y predicador evangélico sugirió que lo asesinaran y por ello –para él- es un terrorista declarado.

Si fuera así, ¿Estados Unidos podría pedir a unos cuantos militares venezolanos por las sospechas que tienen del apoyo “revolucionario” a las FARC y otros grupos terroristas en Colombia? ¿No es “raro” que Cuba y Venezuela fueran los únicos que objetaran en la Cumbre de Salamanca que se catalogue de terroristas a los grupos armados de Colombia?

Soñar no cuesta nada. En sueños suceden cosas que despiertos nos pueden parecer mentiras, contradicciones y hasta “revolucionarias”. ¿Será Venezuela una tierra de sonámbulos?

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