lunes, 20 de diciembre de 2004

El castillo de naipes de Chávez

Muchas veces se ha comentado en Venezuela que su gente es pacífica, tolerante, de un gran talante democrático, de hecho una de las culturas más antiguas en Latinoamérica en este último aspecto. No obstante, es digno de estudio prever cuáles son los límites de la idiosincrasia venezolana frente al rumbo por el cual se pretende que la sociedad camine sin chistar.

De acuerdo con un trabajo publicado ayer domingo 19 de diciembre en el diario El Universal la “fase de transición” en la que se encuentra la “revolución” de Hugo Chávez tiene 10 objetivos estratégicos, los cuales, por lo hasta insólito de su contenido, transcribimos a continuación:

1) Avanzar en la constitución de una nueva estructura social (revolución social, poder a los pobres); 2) Articular y optimizar la nueva estrategia comunicacional (responsabilidad compartida); 3) Avanzar aceleradamente en la construcción del nuevo modelo democrático (participación popular); 4) Acelerar la creación de la nueva institucionalidad del Estado (creación del nuevo Estado social de Derecho y de Justicia); 5) Nueva estrategia integral y eficaz contra la corrupción (Hugo Chávez: "Vuelvo con el viejo dicho revolucionario francés: hay que demoler las viejas costumbres porque si no ellas nos van a demoler a nosotros. Eso tiene que ver con todos los ámbitos, con todos los actores, con los sindicatos, con los fondos de pensión, todo, todo, todo").
6) Nueva estrategia electoral (elección por la base de los candidatos); 7) Acelerar la construcción del nuevo modelo productivo, rumbo a la creación del nuevo sistema económico (trascender el modelo capitalista; potenciar los núcleos endógenos, respetar la propiedad privada; 8) Seguir instalando la nueva estructura territorial ("desarrollo endógeno, visión estratégica de desarrollo territorial, guerra contra el latifundio"); 9) Profundizar y acelerar la formación de una nueva estrategia militar nacional (unidad cívico-militar e incorporación del pueblo a la defensa nacional a través de la reserva militar); y, 10) Seguir impulsando el nuevo sistema multipolar internacional.

Quienes han pasado por estudios universitarios y han visto -aunque sea por cultura general- las características del marxismo, comunismo, fascismo y las tendencias izquierdistas y/o izquierdistoides de nuestra América Latina, saben que dichos planteamientos son cosa del pasado, no porque uno lo diga, sino por su inaplicabilidad y porque su ideología, más romántica que pragmática, se estrelló hace mucho contra la pared de la realidad. No vamos a comentar los “objetivos estratégicos” anteriores, pues nos tomaría un artículo completo cada uno de ellos, pero no hay que ser muy ilustrado para tener una idea de la calidad de las bases –por lo menos en esta “transición”- de la “revolución” chavista.

De algo estamos seguros: la ideología de la “revolución” (si es que tiene alguna) es una manta hecha de retazos de los más variopintos, disparejos y hasta antagónicos. Hablando en cristiano, eso es un arroz con mango y un poco de mayonesa. Lo más inexplicable es que se pretenda alcanzar esos “objetivos” en un país petrolero cuya riqueza debería permitir el desarrollo de toda la sociedad y que toda la población alcance niveles educativos acordes con este competitivo siglo XXI, en vez de intentar la perpetuidad, resignación y aumento de la cantidad de pobres.

Las últimas actuaciones de Chávez refuerzan precisamente que lo único que le interesa es su “revolución” e ir en contra de todo lo que se acerque o huela a capitalismo, neoliberalismo, Estados Unidos, globalización, libre mercado y otras cosas más que él se ha encargado de satanizar en sus discursos a dondequiera que vaya, pero sin un sustento académico convincente o coherente. Inclusive, hace pocos días tuvo la osadía de plantear la desaparición del MERCOSUR y la Comunidad Andina de Naciones, para dar paso a la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur).

Ese planteamiento, que abiertamente desaira a la recién creada Comunidad Sudamericana de Naciones (que él suscribió), no es casual. El presidente venezolano también ha planteado la creación de Petrosur o Petroamérica (suponemos que éste ultimo nombre lo descartará por mera alusión gringa) y TVSur, un canal de televisión latinoamericano, para no tener que escuchar sólo la versión de CNN. Es decir, crear todo un aparataje a su manera, teniéndolo a él como mecenas y líder.

Dado que en el país tiene todas las instituciones copadas con sus afectos, y se están dictando leyes que no permiten la menor disidencia, a Chávez lo que le interesa ahora es exportar su proyecto, así como Fidel Castro lo intentó en su momento. La gran diferencia es que el barbudo cubano no contó con los miles de millones de dólares de renta petrolera que le permiten al venezolano ser caritativo y bondadoso con todo el mundo, menos con el pueblo que gobierna. Como muestra, en una visita al Cusco ofreció dotar una escuela, cuando en el Estado Vargas, a cinco años de la tragedia, todavía hay niños que reciben clases en instalaciones derruidas.

El presidente venezolano cree que su “revolución” llegó para quedarse y así lo recuerda en sus alocuciones. Lo que no quiere admitir es que los precios altos del petróleo, así como llegaron, se van a ir; y que no se mantienen ahí gracias a su “liderazgo”. El proyecto “bolivariano” de Chávez es un castillo de naipes que ha levantado varios pisos, demasiados quizás, pero la baraja está empapada en petróleo cuando en Venezuela abunda el crudo pesado. Y cuidado, que hay mucha gente colgada de una que otra carta…

martes, 14 de diciembre de 2004

Cambio de sexo presidencial

Desde que Dios creó este mundo la figura masculina no está sola. Adán y Eva, Eva y Adán. Pedro y Vilma Picapiedra. Napoleón y Josefina. Felipe y Letizia. Batman y Robin (bueno, nadie es perfecto) y así muchas parejas más. Lo interesante viene cuando la pareja es la “primera pareja” de la aldea, tribu, pueblo, hacienda o grupo en el que haya eso que llamamos gobierno.

Como para tratar de ser objetivo, y para que no se me tilde de machista vernáculo o hasta de maricón por meterme con las mujeres, voy a matizar mi disertación con un ligero cambio en las características tradicionales de los personajes. En primer lugar, imaginémonos que el Perú tiene una dama Presidenta de la República. En segundo lugar, que la Presidenta es casada; y en tercer lugar, consecuentemente, que el esposo es el primer damo, o primer caballero, primer cónyuge, primer consorte o como a usted le de la gana llamarlo.

Por si acaso, de acuerdo con la vigente Constitución Política del Perú, el Presidente de la República es “el Jefe de Estado y personifica a la Nación” (sic). No hay que ser una eminencia en leyes o en materia constitucional para dar por sentando que, pese a estar enunciado en género masculino, ello no es obstáculo para que una mujer sea Presidente y que mi escenario no sea una alucinación.

Ya electa y posesionada la Presidenta con su respectivo “primer damo”, en ningún lado de la Constitución (artículos 110 al 118, especialmente) dice que la población elige al susodicho consorte, es decir, el cónyuge viene incluido de yapa. Todos –supuestamente- votamos por una persona capaz de desempeñar el cargo de Jefe de Estado, para que “nos personifique”, porque todos somos parte de la Nación. Claro, esa representación últimamente ha dado un giro hollywoodense; desde Alan García con su amenaza a los congresistas de “no representarlos”, hasta la representación artística de Toledo en el documental "Perú The Royal Tour" en su papel del Inca-paz que seguro lo catapulta hasta el Oscar de la Academia.

Siguiendo con el caso del “primer damo”, su figura jurídica, legal, constitucional, como tal, no existe. Es una cortesía que se le hace al Jefe de Estado para con su cónyuge, mas no es un cargo de elección popular y menos un funcionario público con despacho, página web, chofer o prebendas que implique erogación del Estado, ergo, del dinero que todos los ciudadanos aportan con sus impuestos. Por si no queda claro, en ningún lado está establecido que se tenga que mantener al marido de la Presidenta. Si éste quiere trabajar, que lo haga como cualquier mortal y que pase las penurias de muchos de ellos y que sude cada centavo.

Mucho menos figura en algún reglamento, norma o ley celestial que exista una “familia presidencial”, tipo monarquía europea. Si algún hermano, hermana, tío, primo, compadre, etc, de la Presidenta se toma ese papel en serio, lo que deberíamos es tomar unas cuantas revistas “Hola”, enrollarlas y darles por la cabezota –o por donde usted quiera- para que se les quite el asno complejo real, aunque en este caso sería presidencial.

Sigamos con el “primer damo”. Si ya dijimos que no tiene vela en este entierro, menos tiene que abrir la bocota en asuntos de Estado, y ni remotamente hacerlo para rebuznar. ¿Qué autoridad puede tener el “primer damo” -por ejemplo- para tildar a los periodistas de ladrones de “almas y ánimos del pueblo peruano las 24 horas del día”, por el solo hecho de no darle cobertura a lo que no hace su esposa Presidenta, o sea, trabajar?

O ¿qué puede saber el doctor “primer damo” de ética, moral u otras ciencias ocultas para recriminar a los periodistas que "aprendan a preguntar correctamente y a informar como se debe sobre los logros del país"? Obviamente esto es fácil de resolver. La señora Presidenta debe cambiar la falda por el pantalón y mandar al “primer damo” a hacer otras primerísimas actividades. Para los que piensen “pobrecito el primer consorte”, les recuerdo… él no fue elegido para nada, él es marido de la Presidenta y no debe utilizar los medios de comunicación para fines personales y mucho menos para el infeliz propósito de intentar decirles cómo tienen que trabajar.

Si este escenario lo condimentamos con que la Presidenta hace de todo menos gobernar, o que quiere tener un programa de recetas de comida peruana para que lo pasen por un canal por cable, para promocionar el país, porque supuestamente tiene pinta de cocinera con muy buena mano, y que por eso puede vender la imagen patria, y porque se lo dijeron los astros, etc., etc., y de paso que el “primer damo” monte camellos de paso “made in Perú”, si que estamos requetejodidos.

Ante este escenario de república bananera tercemundista subdesarrollada, nadie me va a negar que se tenga que poner orden. La Presidenta que trabaje. El doctor “primer damo” -si quiere-, que también lo haga en algo productivo, pero que hable como Marcel Marceau y que deje de sangrar las arcas públicas. ¿Todos de acuerdo? Bueno, ahora cámbienle de sexo a la Presidenta y al “primer damo”, y piensen lo que quieran; total, aquí todo es posible.

lunes, 6 de diciembre de 2004

¡¡¡Que tal concha!!! *

Luego de recordar cómo se “tumbó” un gobierno en Bolivia, cuyo presidente tuvo que literalmente escaparse de la ciudad en un helicóptero; o de recordar cómo su vecino argentino tiempo atrás tuvo que hacer lo mismo (curiosamente, también en helicóptero); tras hacer memoria de los hechos en Ecuador que igualmente derrocaron a un presidente; o las turbas enardecidas en Haití o inclusive de cómo un video significó la caída de Fujimori en el Perú; cuesta creer que sea realidad lo que acontece en Venezuela. Más de uno –creo yo-, despierta cada mañana con la esperanza de que todo es una pesadilla.

“Chávez está de nuevo fuera del país y cuando eso sucede -más aun cuando son muchos días- es que algo cocinado pretende encontrar a su regreso, listo para darle el sorbo del visto bueno. ¿Será que a su regreso tendrán a los culpables identificados y hasta capturados? ¿Será que habrá nuevas leyes que eviten todo tipo de terrorismo, incluyendo el verbal?”, escribíamos el 22 de noviembre. Venezuela todavía estaba conmocionada por el asesinato del fiscal Danilo Anderson y las autoridades policiales habían emprendido la cacería de los autores. Sin embargo, las actuaciones realizadas hasta ahora han sido absurdas, torpes y rayan con la ineptitud.

¿Quién en su sano juicio puede creer que un asesino, un mercenario, guarda armamento debajo de la mesa de la cocina, o una bomba en la mesa de noche? Resulta “extraño” que se liquiden a los “autores” antes de que declaren o que se los “desaparezca” días antes de apresarlos. Ante los señalamientos de abusos policiales, de violación de derechos humanos y de hasta asesinatos, gente del gobierno se limita a decir que los medios quieren desviar las investigaciones porque tocan sus intereses.

Además de darle casi un olor a santidad, de bautizar un programa de becas de Fundayacucho con su nombre y otras actividades similares, pareciera que el asesinato de Anderson ha servido para justificar la línea dura del gobierno a rajatabla, la cual se estaba mostrando a cuentagotas con anterioridad. Las más polémicas leyes están siendo “discutidas” (es un decir, porque el oficialismo cuenta con mayoría en la Asamblea) y aprobadas.

Para empezar está la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión (que comentamos el pasado 25 de octubre), la cual fue aprobada por la Asamblea y está a punto de entrar en vigencia. Llamada por la oposición “Ley Mordaza”, esta norma promueve la autocensura y otorga completa discrecionalidad a funcionarios del gobierno a decidir que está bien o mal decir o transmitir en radio y/o televisión. Organismos internacionales ya han llamado la atención sobre la confiscación de derechos humanos por esta ley, ante lo cual –qué ironía- el ministro de comunicación e información ha respondido, no como un vocero, sino como un trasnochado dirigente estudiantil, y hasta calificándoles de “golpistas” y “sin autoridad moral”.

Luego están la Reforma Parcial del Código Penal y la Ley contra Actos de Naturaleza Terrorista, instrumentos mediante los cuales de pretende castigar conductas “antidemocráticas”. Por citar alguna de ellas, los famosos “cacerolazos”, ese acto cívico-culinario de golpear las ollas vacías en señal de protesta, puede ser castigado hasta con prisión; ya que no es posible perturbar al gobierno o a un funcionario gubernamental con tamaña ofensa. Es que no hay personaje del gobierno que resista entrar a un sitio público y que los comensales –por ejemplo- golpeen vasos, copas, platos con los cubiertos en señal de desaprobación…

No sería extraño que dentro de poco se promueva una “Ley de Responsabilidad Social de los Medios Impresos y en Internet”. Ya colocada la censura en radio y televisión, hay que ponerla también a la palabra escrita. O sea, eliminar todo intento terrorista, antidemocrático de subvertir el orden bolivariano en Venezuela. Mira, oye pero calla.

El colmo de los colmos es que ahora se pretende juzgar algo ya juzgado, o sea, la “revolución bolivariana” es tan revolucionaria que hasta pretende cambiar principios elementales del derecho universal (y tampoco sería raro que lo hagan). ¿A qué nos referimos? Pues a la insólita solicitud del fiscal general de revisar la sentencia del Tribunal Supremo de Justicia en la cual se dejó establecido que lo que hubo el 11 de abril de 2002 fue un “vacío de poder” y no un “golpe de estado”, como jura y perjura el gobierno que fue lo que aconteció.

En ese proceso se juzgaron a un grupo de militares que participaron en esas confusas horas, movidos por la declaración del entonces general en jefe Lucas Rincón, quien declaró clarísimo a todo el mundo que a Hugo Chávez se le pidió la renuncia, “la cual aceptó”. ¿Qué se pretende ahora? ¿Reescribir la historia? ¿Cambiarla por mandato del Tribunal Supremo?

Hasta el más ingenuo se da cuenta de que lo que está haciendo Chávez y sus secuaces –perdón-, y su equipo de gobierno, es crearse una coraza, un blindaje, una concha legalista contra todo. Amparado en que su gobierno, en algún momento de la historia fue elegido democráticamente, en elecciones limpias y todo lo demás, ahora sobre la base de esa –ahora- dudosa condición dicta, reforma, hace y rehace las leyes a su antojo. Chávez quiere tener una autocracia cobijada por la ley, una dictadura con concha legal, hasta con una constitución que él interpreta como le da la gana. ¡¡¡ Qué tal concha la de Chávez!!!.

(*) En Venezuela “concha” equivale a decir cáscara o cubierta externa.