miércoles, 11 de enero de 2006

Libertador de Palo Reloaded

Así como en Hollywood, al más puro, cochino e imperialista estilo gringo, la película continúa. Frente al éxito de taquilla de “Libertador de Palo”, el Indiana Jones del llano venezolano, el Superman de Barinas, el Batman del Orinoco, esta vez llega “reloaded” (o sea, recargado, para quienes odian el idioma que se habla en el norte).

Que el poder ciega, es cierto; y es tanto el que tiene el ex militar golpista de Venezuela, que no le permite ver lo que sucede en sus narices. Ahora que tiene una Asamblea Nacional hecha a su medida, “multipartidista”, pero con todos los partidos a su favor, el manejo del país se hace mucho más suave y relajado que antes. Por lo tanto, tiempo de sobra tiene para emprender una nueva campaña emancipadora de América, aprovechando que hay elecciones en muchos de sus países.

La “revolución” americana es de tal importancia estratégica que no le interesa que la principal vía de contacto de Caracas con el mundo esté colapsada. Uno de los viaductos de la autopista Caracas-La Guaira está a punto de caerse (ya está clausurado), por lo que el tránsito hacia la zona de los principales puerto y aeropuerto del país es como en el tiempo de la conquista española: casi en burro, por el tiempo que toma. Pero no importa, todo sea para liberarnos del Imperio.

Ante el auto asumido éxito obtenido con la elección de Evo en Bolivia, Chávez sueña con ver realizado su sueño “bolivariano”, es decir, una serie de países que adopte su “socialismo del siglo XXI”, cuya única característica evidente e irrefutable es el odio visceral hacia Bush, el imperialismo, el neoliberalismo y todos los “ismos” que no se vinculen con la izquierda y/o nuevos izquierdozos y afines; naciones que se mantendrían del chantaje que producen los todavía altos ingresos petroleros.

En este sentido, el siguiente objetivo, o la siguiente “misión” –hablando en los términos “bolivarianos”-, es el Perú. Y es que pareciera que el destino se lo puso en bandeja de plata: un candidato supuestamente nacionalista, ex militar, ex golpista, anti “ismos”, sin recursos para sostener lo que propone y que además lo idolatra. Para colmo, el panorama electoral peruano presenta un ridículo abanico con más de 20 candidatos a la presidencia, pero encabezados en preferencias por Lourdes Flores, una mujer preparada, con una visión ajustada a las necesidades del país, a la cual hay que atacar y “oligarquizarla”; así como se hizo con Tuto Quiroga en Bolivia.

¿Coincidencias? En absoluto. Es tan predecible la estrategia chavista, que fácilmente se puede asegurar que aquellos pueblos que caigan en la red socialistoide y petropopulista del ex golpista venezolano, sólo pueden ubicarse en alguno de dos extremos: o son muy inteligentes y se aprovechan de la ubre de dólares; o son muy tontos, creyendo que con eso podrán salir del subdesarrollo.

El no creer, ni caer, en el cuento del “paquete venezolano” es ganarse los insultos, inamistad y desprecio tanto de Chávez como de su camarilla en el gobierno. Así sucedió con el mexicano Fox, con el ecuatoriano Palacio –en su momento-, y ahora con Toledo en el Perú. El mandatario venezolano podrá despotricar de los demás; sin embargo, no puede rebatir el hecho de que sin la brutalidad de ingresos de divisas que posee y sin el supuesto apoyo popular con el que dice contar, aquellos presidentes no afectos a la “revolución” han hecho muchas más obras y han generado más bienestar en sus países, relativamente hablando y con las distancias obvias del caso.

El candidato Humala, el ex golpista peruano, es el tonto útil de turno, el nuevo posible títere al cual manipular con la retransmisión de los sabios consejos de La Habana, hasta en la forma de expresarse. Tanto así es, que ya habla como todo un “revolucionario” y denuncia un complot para sacarlo de la carrera electoral: “Lo que se está haciendo es antidemocrático porque hay fuerzas antidemocráticas en los sectores más conservadores que están mostrando su rostro fascista”, ha declarado.

¡Qué rápido aprendió la lección durante su visita a Caracas! Es que seis horas estuvo atento sobre cómo desestabilizar, confundir, armar alharaca y acusar a todo el mundo hasta de lo que no es. La pésima aplicación del calificativo de “fascista”, típica de Chávez, delata esta situación, además de revelar la ignorancia supina de lo que es e implica el fascismo como doctrina política.

¿Tendrán los peruanos la capacidad de razonar y de no creer en pajaritos preñados, como los pinta el individuo Humala? ¿Se dejarán seducir por un nuevo y patético discurso populista, como el del hiperinflacionario -y de nuevo candidato- Alan García? Ojalá que todo sea un mal sueño, producto de un empacho por la tan variada y sabrosa cocina peruana, y no una pesadilla por una recalentada sopa de lengua “revolucionaria”.