Libertador de Palo
Qué curiosa que es la vida y qué enigmático es el hombre. Con todo lo “sigloveintiunizado” que está nuestro mundo, definitivamente, hay cosas que no tienen explicación; por lo menos, para quienes pretendemos entender ciertas situaciones con el simple sentido común y la razón. Precisamente, dentro de ese rubro de lo inexplicable, de lo “aunque usted no lo crea”, cae el ex militar golpista y hoy presidente de Venezuela, Hugo Chávez.
Sabemos que puede sonar medio visceral y puede que hasta suene poco objetiva esta introducción; más aún cuando las autoridades siempre destacan que todo está “excesivamente normal”, la misma excesiva normalidad que cachetea a la ciudadanía todos los bolivarianos días del mundo desde 1999. Entonces, ¿qué anda mal en Venezuela? ¿De qué se queja la gente? ¿Qué es tan difícil entender de la “revolución” bolivariana, bonita y socialista?
Cuesta entender -para empezar por el líder- cómo llamar la actitud de alguien que fue elegido para gobernar y trabajar para el desarrollo nacional, y que hace diametralmente lo contrario; es decir, fomenta el desgobierno y trabaja para el desarrollo de las economías de otros países, llámese Cuba (principalmente), Brasil, Argentina, Ecuador, Uruguay, etc. Para entenderlo, quizás deban asumirse como ciertos los comentarios (al inicio de su gobierno) de que Chávez hablaba con Bolívar, que le dejaba un puesto vacío en reuniones y cenas, y cosas por el estilo; y asumir que estos seis años en el poder lo han afectado de tal manera que ya no habla con él: ahora se cree un nuevo “Libertador”, un paladín de la justicia que lucha contra un nuevo imperio, el del Sr. Bush, o “Mr. Danger”, como le gusta llamarlo.
Qué lástima que las cosas no hayan funcionado bien con la logística, el protocolo, la inteligencia, o quien sabe qué, y no se hayan celebrado los 200 años del juramento de Bolívar en el Monte Sacro, aquel en el que prometió liberar estas tierras del yugo español, en el mismo lugar del acontecimiento. Lástima, porque quizás Chávez hubiera protagonizado una versión actualizada, recargada, petropopulista y socialistoide. Un espectáculo digno de Hollywood, de Steven Spielberg. Un nuevo Libertador de América y quien quita que hasta de Africa y otra parte del mundo que se quiera anotar.
Hoy no hay caballos que montar, cordilleras que atravesar, ni soldados que reclutar. Basta y sobra con dinero, con dólares contantes, sonantes y fluidos –irónicamente- del imperio que se combate. No importa que haya una contradicción histórica, filosófica y posiblemente ética entre lo que se dice y lo que se hace. El socialismo del siglo XXI, el socialismo a la venezolana son solamente para el pueblo, no para el gobernante y la camarilla que lo rodea en los “poderes” del Estado que le dan una base legalista a las injusticias que se viven en el país. El socialismo de Chávez es pura filosofía barata para mentes que no les interesa saber más allá de cómo se escribe esa palabra para ensuciar con ella las paredes de las calles de Caracas.
El gobierno revolucionario, o sea, Chávez (no Venezuela), se reúne con el decano de los dictadores del mundo, Fidel Castro, para hablar horas y horas (algunas de ellas televisadas desde la isla hacia Venezuela) de los asesinos imperialistas, de lo desgraciado que es el mundo por la existencia de una nación como los Estados Unidos y de su gobierno, sea quien sea el que lo encabece. Mientras tanto, en Cuba y en Venezuela hay gente que sufre, padece y maldice el tener a sendos dictador y dictadorzuelo; y en ambos lugares, la disidencia es castigada.
Cuesta entender cómo Chávez ofrece crear una Escuela Latinoamericana de Medicina, cuando, en un caso de inmoralidad, ineptitud y de descaro, cuatro pacientes se mueren en un hospital caraqueño por falta de oxígeno. Ninguna persona con cargo público (por no decir “autoridad”, porque el nombre les queda muy grande) asumió, asume, ni asumirá la responsabilidad. Fue culpa de la empresa que suministra el oxígeno, fue culpa de la administración anterior que lo contrató, o puede que hasta haya sido culpa del paciente por ocurrírsele respirar más de la cuenta. El país recibe miles de millones de dólares imperialistas, pero la gente se muere en los hospitales públicos que son un desastre.
Cuesta entender su enfermiza “relación” con Fidel Castro, al que ha calificado hasta de “como un padre”. Falta de la figura paternal no debe ser, pues el padre de Chávez está vivo, bastante diríamos, pues es gobernador de su tierra natal y no brilla precisamente por su gestión. Que sea porque le enseña su talante democrático, no debe ser; si acaso, adiestrándole como quedarse en el poder años y años, aprovechando que tiene dinero para comprar conciencias y disidencias. Sus poses, sus gestos, el éxtasis que Chávez transmite cuando está al lado del dinosaurio cubano, sólo él lo puede explicar.
Cuestan entender sus quejas de su gabinete, de sus diputados, de sus allegados en general, por inútiles, por incapaces, tanto que declara abiertamente sentirse decepcionado, inconforme con su gobierno… pero no hace nada para remediarlo. Por el contrario, los rota de puesto o, si sale de ellos, los manda como premio de consolación a una embajada.
Cuesta entender, cómo Chávez les compra deuda a otros países, cómo ofrece contratos de petróleo a condiciones imposibles de rechazar, cómo brinda ayuda a naciones vecinas ante una desgracia, cómo crea Fondos para lo que sea, mientras en el país calles y avenidas se vienen abajo con las lluvias o –literalmente- se abren cráteres. Todavía hay damnificados de tragedias nacionales de los últimos años, no hay viviendas, no hay nueva infraestructura digna de destacar, en fin, no hay nada que refleje el chorro de esos sucios dólares imperialistas que recibe el país –no Chávez- por el petróleo caro.
Definitivamente hay cosas que no se pueden entender. Quizás clínicamente, quizás la psicología o la psiquiatría puedan dar una explicación; o quizás sea para mentes muy elevadas, para la mente de un “Libertador Socialista del siglo XXI”. Y no importa que en su tierra haya oprimidos, primero hay que liberar al mundo del imperialismo. Total, “en casa de herrero, cuchillo de palo”. Libertador de palo.
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