miércoles, 20 de abril de 2005

Descubriendo el agua tibia

“Ser rico es malo”, ha sentenciado el Presidente de Venezuela, y ese mensaje muy bien pudiera entenderse como “lo bueno es ser pobre”. O sea, la revolución bolivariana está bien encaminada, pues los indicadores de pobreza han crecido sin descanso durante los seis largos años de gobierno de Chávez.

Sus ya varios programas de empleo, sus intentos de programa económico (pues no tiene ninguno claramente definido) no han tenido consecuencia positiva alguna en la población. Es que, su tremenda vocación “socialista” entra en claro conflicto con lo que no se cansa de repetir, ahora más abiertamente y a los cuatro vientos: el capitalismo ha fracasado, el neoliberalismo es el camino al infierno y otras yerbas.

Cualquier persona en este planeta, con medio dedo de frente, sabe que la economía de mercado es la que genera riqueza. El que unos sean más ricos que otros no quiere decir que sea malo, es producto simplemente de que hay unos más competitivos que otros. Entonces, ¿cómo ser socialista, o neosocialista, o socialista del siglo XXI -o como se le ocurra autodenominarse-, si se tiene ese chorro de dólares producto del petróleo?, resultado, precisamente, del libre mercado que mantiene los precios por las nubes. Los intentos de Chávez de combinar arroz con mango han sido fatales y lo seguirán siendo.

Por ejemplo, en vez de promover la inversión privada, la creación de grandes empresas o atraer capitales extranjeros, lo cual generaría empleo; se dedica a atacar a los “oligarcas” (que hay que buscarlos con lupa) y a fomentar la creación de “cooperativas”. Ya alguna vez lo dijimos: no estamos en contra de las cooperativas, pero un país nunca será desarrollado sobre la base de la filosofía de este tipo de asociaciones.

Tantas son las contradicciones, que el novísimo Ministerio para la Economía Popular va a promover la exportación de los productos de estos cooperativistas. Pero, ¿saben cuál sería el destino? Nada más y nada menos que la isla del mar de la felicidad, Cuba, donde, la gran parte de la población está en el nivel “bueno” y deseable para Chávez y Fidel Castro, o sea, no son ricos (por no decir, son pobres).

Pero en el mar de las contradicciones ha surgido un tema que traerá cola y –quien sabe- la caída de unas cuantas caretas. El Nuevo Herald de Miami, de la pluma del periodista Casto Ocando, ha destapado un escándalo, que no lo es tanto, y que a nadie ha sorprendido en Venezuela: “Desangran a la petrolera venezolana”.

En un amplio trabajo de investigación, realizado sobre la base de documentos confidenciales y declaraciones de fuentes que trabajan en la industria, se “descubrió” que altos funcionarios de Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA) (entre los que se cuenta un primo de Chávez) están autorizando el pago de multimillonarias comisiones por la venta de sus productos en el mercado internacional, en una clara violación a las normas de la petrolera y las leyes anticorrupción.

Las comisiones son depositadas en una docena de cuentas bancarias en cuatro países, producto de una intrincada red de intermediarios, entre las que se cuentan relaciones políticas, financieras y familiares, según el medio mayamero. Pero este supuesto caso de corrupción es “la punta del iceberg”, pues hay otros hechos que apuntan a que la industria petrolera venezolana está frente a (si es que no está dentro de) una delicada situación financiera.

El ministro del área, quien ocupa también la presidencia de PDVSA, ha anunciado que venderán dos refinerías del grupo CITGO, irónica propiedad venezolana en los Estados Unidos, pues aquellas están produciendo pérdidas. En esta coyuntura mundial, habría que ser bien (o demasiado) inútil para que una refinería no arroje ganancias, dados los niveles de precio y la demanda internacional de petróleo y sus derivados. Lo que se ve a leguas, es que hace falta dinero y hay que obtenerlo así sea vendiendo, no la gallina, pero sí algunos huevos de oro.

Otra señal, es la advertencia-amenaza-orden de Chávez de cambiar las condiciones con las compañías petroleras extranjeras en Venezuela. Un aumento del 34 al 50% del impuesto sobre la renta, vendría unido a la revisión de los impuestos pagados hace una década, pues “han estado defraudando al Estado venezolano”. Hace falta dinero y hay que conseguirlo. ¿Y dinero para qué? ¿No que, “es malo ser rico”?

Una posibilidad es que alguien –por fin- se haya dado cuenta de que el sector va en caída libre, pues en todo este tiempo no se han hecho las inversiones necesarias para actualizar y ampliar la vital industria del país. Sin embargo, no pareciera, pues si las actuales instalaciones andan a media máquina, menos interés habría por nuevas exploraciones.

La otra opción es que se necesita más dinero para las venideras campañas electorales, más dinero para mantener las llamadas “misiones” populistas del gobierno, más dinero para los miles de reservistas (gente humilde, con escasa preparación, a la que hacen vestir uniforme para defender la soberanía, contra el imperialismo). Más dinero para mantener una economía ficticia, subsidiada, con controles de cambio y de precios. Más dinero, que hasta a las reservas internacionales se les quiere poner un tope para así poder arremeter contra ellas.

Algo huele mal, muy mal, en el manejo de los enormes ingresos que, por la venta del petróleo, tiene Venezuela. Algo huele venir en la “boyante” economía bolivariana. Inclusive, hasta raro huele el signo monetario, como que compra mucho y no compra nada. Pero todo esto, es como descubrir el agua tibia en Venezuela.

- Noooo chico, mejol cuéntame una de vaqueros…
- No mi pana, una de vaqueros no puede sel… es contra la revolución. “Hay que odial a los gringos !!!!”.
- Eso es veldá. Tonces no me cuentes ná y sigamos calladííítos…

martes, 5 de abril de 2005

La desgracia de la oposición venezolana

Nunca un proceso electoral en Venezuela fue tan previsible, hasta con porcentajes exactos, pelos y señas particulares. Para diciembre están programadas las elecciones para renovar la Asamblea Nacional (Parlamento) y para agosto las municipales y parroquiales. El Consejo Nacional Electoral (CNE) sigue regido por autoridades “provisorias” a las que la Asamblea Nacional –dominada por el oficialismo- les da un espaldarazo por su buena labor. Y cómo no va a ser una buena labor, si de los cinco directivos, cuatro son de clara, y hasta descarada, tendencia chavista.

La Asamblea Nacional, pero sobretodo el bloque oficialista, viola la Constitución al no nombrar de una buena vez a las autoridades del Poder Electoral; y simplemente porque no le conviene. Es decir, como los chavistas no cuentan con las 2/3 partes de la votación, saben perfectamente que su propuesta no será aprobada. “No existen las condiciones políticas para elegir a un nuevo CNE… esa será la primera tarea que tendrá la Asamblea Nacional que se elegirá a finales de año”, ha declarado el diputado William Lara para justificar la omisión parlamentaria. Omisión que raya con un delito flagrante.

¿Y porqué en diciembre si los pueden elegir? Pues porque el oficialismo viene “anunciando” desde ya que tendrán el dominio del 90% del parlamento o, en otras palabras, permitirán sólo un 10% de disidencia política, para que no digan que no son democráticos. ¿Y cómo se permiten esos lujos de saber hasta con cifras exactas los resultados? ¿En qué bolas (de cristal) leen el futuro de Venezuela? La respuesta es simple: el poder lo puede todo, hasta establecer por decreto que la luna es territorio bolivariano, revolucionario y socialista del siglo XXI.

Chávez, en otra de sus declaraciones y/o visiones y/o sentencias y/o premoniciones del futuro que hace en su programa dominical, Aló Presidente, ha manifestado su clara molestia por lo que dicen las cifras reales. Cuando asumió el gobierno en 1999, la pobreza era del 42,8%. En 2004, se ubicó en el 53%. Con petróleo por las nubes, millones de dólares por todo lado, presión tributaria como nunca antes, esa es la realidad de Venezuela. Pero esa realidad no le gusta al líder de la “revolución bonita”.

"Han salido algunos informes del Instituto Nacional de Estadística que nosotros respetamos. Yo no voy a decir que son falsos, pero en esos informes se dice que en estos últimos cinco años la pobreza en Venezuela se ha incrementado y yo revisé aquello con mucho cuidado, y me consigo con cosas como éstas. Y no tengo dudas de que los instrumentos que están usando para medir la realidad no son los indicados…. No son los adecuados, están midiendo nuestra realidad como si este fuese un país neoliberal, un país capitalista donde no estuviese ocurriendo ninguna revolución”. O sea, prepárense, ya me voy a meter con las estadísticas, y vamos a convertirlas en revolucionarias también.

Revolucionarias como las cifras del Registro Electoral, aquellas que permitieron que Chávez saliera victorioso de un Referéndum Revocatorio, en el que votaron a su favor inclusive una cantidad mayor a la que votó por él en la elección presidencial. Un Registro Electoral que ni a martillazos calza con las cifras de la población del país, ni por edad, ni por habitantes, ni por nada. Algo así como que para el actual CNE, uno más es uno es cinco, y se acabó.

Pero lo más triste de esta realidad es el papel de la oposición venezolana. Ni unida ha demostrado ser eficaz en sus planteamientos y ahora, frente a los próximos procesos electorales, está más desunida que nunca. Los apetitos partidistas, las aspiraciones personales, ciegan a los supuestos dirigentes de la oposición. Las mini cuotas de poder, que en teoría mantendrían, se las pelean como perros hambrientos ante un hueso sin pellejo. Más les importa mantener su “estatus” político que intentar cambiar la pesadilla en la que -para muchos- está inmersa el país.

Es que, como en muchas de nuestras sociedades latinoamericanas, los “líderes tradicionales” de los partidos políticos no han entendido –o no terminan de entender- que los tiempos cambian, y con el tiempo las personas también. La renovación no viene dada sólo por la estrategia, es imprescindible que esté atada a la gente, a nuevas caras, nuevos pensamientos, nuevas actitudes, nuevas y efectivas maneras de enfrentar la realidad; cosa que a muchos políticos les aterra porque va en contra de su afán de figuración o de conseguir algo en la selva del poder.

Es por ello que la oposición venezolana está y se mantendrá desarticulada, y lo más triste, sin líderes, sin nuevos líderes, sin sangre joven que fortalezca, defienda y haga resurgir la lucha democrática en el país. Los partidos políticos de oposición no lo permiten, es más, ese asunto no les interesa. Y esta situación no es producto de una inteligente táctica del gobierno, es simple y pura torpeza (cercana a la imbecilidad) de la propia oposición. No es raro entonces que, según algunas encuestas, Chávez tiene el 70% de apoyo popular. Claro, con unas bolas (de cristal) como las que tiene el gobierno para proyectar cifras, y sin nadie que reclame por estar ocupado en otras cosas; así cualquiera…