lunes, 25 de octubre de 2004

La censura como ademán del poder

Su último cargo fue el de ministro de Finanzas. Con anterioridad fue Director General Sectorial de Planificación y Presupuesto del Ministerio de la Defensa, y Jefe de la Oficina Central de Presupuesto. Pero eso fue antes de caer en desgracia por no compartir los ¿lineamientos? de la “revolución” de Chávez. Ya en situación de retiro, el general del Ejército Francisco Usón se convierte en el primer reo en Venezuela por el grave delito de opinar en contra del gobierno, y con cinco años de prisión.

En abril de 2002, tras el “golpe de estado” (muy discutible ya que el Alto Mando Militar, con su máximo jefe a la cabeza, anunció la renuncia de Chávez) y la matanza de civiles inocentes que marchaban hacia el Palacio de Miraflores y otros tantos agolpados en sus cercanías, Usón hizo públicas sus discrepancias con el régimen. Como él, nadie se imaginaría que el gobierno de transición de Pedro Carmona (antes líder de una cúpula empresarial) fuese tan efímero.

Al retomar Chávez el poder, no sin antes darse golpes de pecho y prometer reflexión y buenas intenciones, comenzó la persecución de todo aquel que haya participado directa o indirectamente en ese gobierno fugaz, así haya sido asomado, convidado de piedra o su nombre rumoreado en algún posible cargo. Usón no escapaba a dicha situación y fue dado de baja en mayo de ese año. Pero la retaliación no quedaría ahí.

Hace unos meses un caso estremeció la opinión pública venezolana. Unos soldados fueron literalmente carbonizados en una celda de castigo de cuartel en unos hechos que sólo los conocen los sobrevivientes (pues hasta víctimas hubo), y que seguro algún día se conocerán. El general Usón, en un programa televisivo de opinión, se “atrevió” a exponer la hipótesis de que los soldados fueron quemados por efecto de un lanzallamas, desde fuera de la celda.

Esa peregrina declaración fue considerada por la Fiscalía Militar incursa en un artículo del Código de Justicia Militar que castiga hasta con ocho años de prisión “al que de alguna forma injurie, ofenda o menosprecie a las Fuerzas Armadas Nacionales o alguna de sus unidades”. El que se aplique la Justicia Militar a un militar retirado, ya no es cosa rara en Venezuela. Lo nuevo es que se castigue por opinar (así se diga que es injuria) y lo triste es que parece ser sólo el comienzo.

La Asamblea Nacional (el Congreso) está discutiendo a pasos acelerados la aprobación de la “Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión” o llamada “Ley Resorte” por los oficialistas o “Ley Mordaza” por los que no lo son. Sus objetivos son tan dispersos y variados que van desde la paz hasta la salud pública, pasando por la “justicia social”. Pretende regular los servicios de radio tradicionales, de onda corta, de suscripción y hasta los difundidos por internet; así como los servicios de televisión habidos y por haber (no se salvan los de cable o de internet).

Sin exagerar en lo más mínimo, con esta ley el gobierno venezolano pretende –por ejemplo- que nadie opine o que nadie lo oiga o vea, pues ese tipo de programas tendrían un horario pasadas las 11 de la noche. Las empresas, además, se hacen responsables por lo que algún entrevistado diga, pudiendo ser sancionadas hasta con la revocatoria de la concesión.

El gobierno (aunque diga el Estado) tendría 10 minutos diarios gratuitos “para la difusión de mensajes educativos, informativos o preventivos de servicio público”(¿?). Hasta la publicidad estaría regulada y –obviamente- la ley tiene una serie de parámetros para clasificar los programas y los contenidos de lenguaje, salud, sexo y violencia; sin dejar de lado la creación de organismos “reguladores” con el fin de “democratizar” la radio y la televisión. ¿No lo puede creer? Visite la página web de la Asamblea Nacional de Venezuela y créalo.

Lo más peligroso de este raro entorno se puede percibir casi subliminalmente en algunos medios de comunicación: la censura previa o “autocensura”. Polémicos entrevistadores no entrevistan y algunos columnistas son algo dulces para el ácido acostumbrado. El gobierno quiere asegurarse de que no haya voces disidentes que alienten la oposición. Sabe que su famosa “revolución” no es a prueba de verdades.

El próximo domingo 31 de octubre hay elecciones regionales en Venezuela (gobernadores, alcades, concejales) y se prevé una elevada abstención, dada la frustrante experiencia con el referéndum revocatorio de agosto. La población se está aplicando a sí misma la censura previa al no ir a votar. Cuando el poder no se ejerce sino a través de ademanes, un gobierno se deslegitima. Y así haga leyes para impedirla, su caída está sentenciada. Algún parecido con la realidad peruana, es pura casualidad.

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lunes, 18 de octubre de 2004

Opera bufa en tres actos

Primer acto: Hasta para ser matón hay que tener condiciones, sino pregúntenselo a cualquiera de ellos. El negocio rinde y genera respeto. Ahora, si el matón tiene “currículum” asumo que debe ganar mucho más… y mucho más que el salario por su actividad intimidatoria o de defensa personal.

El harto conocido actuar del “congresista” (así, entre comillas) Alfredo González, de por sí merece ser candidateado para el Oscar. Por ello, sus colegas en el Congreso comprendieron que no podían cometer la maldad de truncar una brillante y meteórica carrera.

Somos nosotros, los tristes y silvestres mortales los que nunca entenderemos los elevados motivos patrióticos que impulsaron –con el dolor de su alma- a castigarlo tan severamente, con esos “bastantes días” (o sea, los 60) de suspensión. Aunque en realidad fue una licencia para perfeccionarse en su desempeño teatral.

Segundo acto: Seguimos con los matones, pero en esta ocasión con unos un poco más atrevidos… con unas cuantas escopetas, revólveres y bombitas hechas en casa. Así, tan rudimentariamente armados y en clara desventaja, estos profesionales de la defensa territorial se enfrentaron a la policía en el Mercado Mayorista de Frutas de la Victoria.

El tema de fondo fue la consideración y sentido patriótico de estos caballeros matones, todo con el elevado objetivo de que la ciudad pueda comer fruta con toda tranquilidad, pues su arrojo y valor impidió que la guerra campal fuera con manzanas, melocotones y otros sanos y nutritivos alimentos.

¿A quién se le puede ocurrir acusarlos de alteración del orden público, violencia y hasta de intento de homicidio contra la policía, cuando estaban en clara desventaja con los organismos oficiales? Todo fue un acto de arrojo en defensa de la alimentación ciudadana y de la suya propia.

Tercer acto: Broche de oro. Para no perder la costumbre, y ya que no se conforman con un papel secundario, personajes del entorno presidencial vuelven a hacer un papelón. Juanita la cuñadita dejó a Meryl Streep como una cojuda cualquiera. Su actuación sí que es de película, es más, de peliculón.

Todo el mundo se creyó su actuación. Que estaba negociando puestos en la administración pública… por favor!!!! Cómo se creyeron ese cuento!!! ¿No se acuerdan que el presidente salió hace unos días insinuando que la gente de su partido no les da trabajo? Es decir, casi que pidió que por favor les den alguito.

De hecho, Toledo está tan seguro de que todo es una confusión que soltó otra vez esa frase de “… con todo el peso de la ley” (¿Será que la ley pesa algo? ¿Será peso pluma?... porque peso pesado no es).

Comentario de la crítica: Creemos que la sociedad peruana es cada vez más exquisita en la escogencia y disfrute de obras teatrales. Destaca sobremanera el talento nacional pese a que no hay una política de Estado que la promueva (que nosotros sepamos). En cuanto a los actos –muy superficialmente descritos- podemos comentar lo siguiente:

Si el protagonismo del primer acto lo tenía Alfredo González, no entendemos por qué los demás congresistas no involucrados tuvieron que generar una obra alternativa. Suponemos que es como ensayo ante posibles nuevas representaciones, con nuevos actores, y para que se les aplique como máximo esa bondadosa licencia de dos meses.

En cuanto al segundo acto, creemos que los libretos deben perfeccionarse pues podría dejar en el espectador la ilusión de que se está frente a una situación de desgobierno o que el gobierno es un caído del palto.

Por último, Juanita -ay Juanita-, te recomendamos ponerte un nombre artístico más comercial, más a lo Hollywood, que venda, que te catapulte a la meca del norte donde sí se gana bien, en verdes verdaderos y que no bajan de precio en soles todos los días.

A nuestros amables lectores, sigan gozando del buen teatro y de las buenas actuaciones, pero no sean fanático-dependientes, pues la vida real debería ser distinta. Tenga mucho cuidado con aquellas producciones de elevadísimos presupuestos que prometen estrenarse en el 2006. Miren que esas obras con los actores de siempre, terminan siendo una ópera bufa.

lunes, 11 de octubre de 2004

A ver, levante la mano...

Levante la mano quien crea que el ilustrísimo presidente de la República, Alejandro Toledo, está cumpliendo su mandato como el mejor gobernante del Perú. ¿Alguien? Bueno, seamos más realistas, hasta modestos pues. Levante la mano quien crea que Toledo es un buen gobernante… cinco, siete, diez gatos de cien, a lo sumo.

Ahora, levante la mano quien crea que hay en marcha una campaña para “tumbar” a ese eficiente empleado público de su puesto de presidente. Porque, ojo, será presidente del país, de todos los peruanos, la cara peruana ante el mundo (venida a menos y todo), pero es un empleado público más y pagado con los impuestos que salen de nuestros bolsillos. ¿Alguna mano alzada?

Levante la mano quien crea que la prensa –aquella prensa, sucia, inmunda, chicha- está detrás de esa campaña en contra, no solo del presidente, sino de su dignísima y respetada familia… segurísimo que por pura cochina envidia de que le salgan tan bien las cosas a ellos.

Pero bueno, ¿o estoy preguntando estupideces, ergo, soy estúpido, u otros lo son? Por qué no levantan la mano, carajo!!! Esto debe ser culpa de esa prensa manipuladora, al servicio de oscuros intereses, que ha puesto un chip o un no se qué en la cabeza de la colectividad. Con toda razón Toledo se molestó tanto y llamó hace poco a un periodista a su programa y, en pleno horario estelar, le mentó la madre en silencio, desde sus adentros, pero todo el mundo percibió la voz de su hígado parlante.

Levante la mano aquel que comparta la visión, el tino, la astucia del congresista Heriberto Benítez quien, en un arranque de sapiencia, ha denunciado que existen fuerzas del más allá que están afectando a personajes del más acá, inyectándoles un espíritu dictatorial, el cual les induce a “sugerir” que algunos parlamentarios se vayan para su casa. ¿Todos? Perdón, quería saber quiénes están del lado de Benítez, no quiénes lo quieren mandar para su casa… ¿que no sólo para su casa? Disculpe, no puedo repetir para donde lo quiere mandar.

Sí, ya se que estoy muy preguntón, pero una más, la última. Levante la mano quien está harto de los políticos “de siempre” y de los ”nuevos” de este gobierno que la han puesto tantas veces que ya pueden calificarse también como los “de siempre”. Ahora sí que veo muchas manos alzadas… muchas, contundentes, interesantes, hasta tímidas pero sinceras.

Hartos de esos incapaces en altos cargos de poderes públicos que prostituyen el sistema de representatividad democrática comportándose como matones de quinta categoría, en persona o por teléfono, a nivel nacional o por video de seguridad; declarando cualquier idiotez para que la prensa le de unas líneas de cobertura, o simplemente siendo uno más a la hora de una votación en el Congreso.

En esa tónica, hablar del papelón presidencial por el supuesto video de las firmas es ocioso. Toledo está acostumbrado a tratar de figurar (ni él sabe para qué), más que trabajar. Aparentemente lo único que le interesa es su “honor”, la apariencia, la peliculina y todo lo demás. El cargo de presidente de la nación le queda demasiado grande, es verdad. Levante la mano quien crea que no.

Sin embargo, aunque uno llore y patalee, tiene que cumplir su mandato de cinco años. Para eso fue elegido. O sea, paguemos todos el costo de poner la torta, por decirlo suavecito. Así es el juego democrático, pero el verdadero, no aquel que uno u otro payaso oportunista intenta explicar por ahí, hablando de democracia, cuando lo único que sabe es cobrar de las arcas del estado.

Así como los que votamos (por vocación, o por amenaza de multa) somos responsables de que esa persona, de carne y hueso, mortal como nosotros, esté en el cargo de presidente de la nación, mañana seremos responsables de cambiarlo por uno –Dios nos oiga- capacitado para ese puesto. Del mismo modo, somos responsables de mandar a su casa a todos los ineptos que tienen cargo de congresista y que viven de un sueldo, viáticos, favores y “favorcitos” por ello. A ver, levante la mano quien crea que no.

Adultos, ancianos, jóvenes, hasta niños, saben de la calaña de los actores de la tragicomedia política peruana. Idiotas no son. El que no quieran levantar la mano abiertamente para expresarse no quiere decir que no piensen y que no estén aburridos de la misma gente, o de la misma “clase” de gente. Sino es así, que levante la mano.