miércoles, 27 de setiembre de 2006

Los tres monos

Nikko es el nombre de una espléndida ciudad al norte de Tokio, que además es el centro religioso de Japón. En dicho lugar, destacado por sus paisajes, sus esculturas y arquitectura en general, se encuentra el Templo Mausoleo Toshogu, construido entre 1634 y 1636 en honor a Tokugawa Ieyasu, fundador del shogunato Tokugawa (1603-1868) período más largo de paz ininterrumpida en Japón. Este Shogún fue un hombre sabio que afirmaba que “hay que saber de lo que se habla, sino simplemente mirar el río pasar”.

El nieto de Tokugawa, Iemitsu, decidió construir el mausoleo para que el espíritu de su abuelo descansara en paz. Para ello, contó con la ayuda de 15.000 artesanos de todo Japón. Quizás por eso, la arquitectura es una mezcla de estilos Budista, Shinto y hasta de tumbas de origen Indú. Lo más llamativo de Nikko es un símbolo que se encuentra en la portada del Templo Toshogu: tres monos.

Los Tres Monos Sabios, conocidos también como los Tres Monos Místicos, se encuentran en una talla de madera. Uno de ellos se tapa los ojos, el otro las orejas y el tercero la boca. “Saru” es mono en japonés, pero su sonido también significa “no hacer”. En un juego de palabras, los nombres de los monos sabios son: Mizaru, Kikazaru e Iwazaru (no ve, no oye y no habla, respectivamente). Se cree que la función de estos micos en el templo es la de ser guardianes simbólicos, evitando que las conversaciones de aquellos que visitan la tumba interrumpan el descanso eterno del Shogún.









Si nos trasladamos al otro extremo del planeta, en concreto, hacia Venezuela, encontraremos un paralelo muy particular con estos primates.

Mizaru: el ministro del Interior y Justicia, Teniente Jesse Chacón, presentó este miércoles un plan piloto de seguridad que se aplicará en una avenida de Barquisimeto, Estado Lara. La actividad no tendría nada de extraordinaria si no fuera porque el funcionario hizo un llamado a la población para que “no crean en cantos de sirena (…) Muchos les dirán que van a arreglar la inseguridad, pero no la han arreglado todavía. No lo han hecho en 50 años", declaración que dio a propósito del plan de seguridad que presentó el candidato opositor, Manuel Rosales.

Chacón, quien al inicio de su gestión en ese despacho acostumbraba cada semana a dar una rueda de prensa sobre el descenso en los indicadores de muerte en el país, cosa que ya dejó de hacer, se tapa los ojos y no quiere ver y admitir que la delincuencia en Venezuela es uno de los males que ha golpeado a todos por igual, directa o indirectamente, así como golpeó a una infortunada turista italiana asesinada en el paraíso de Los Roques. El fracaso de este funcionario “revolucionario” reciclado, como tantos otros, se une al que existe en otras áreas, como la salud por ejemplo. Si alguien quiere disfrutar de seguridad médica, a pagar seguro privado!!!, porque lo público es para llorar... y es un país petrolero.

Kikazaru: el inefable Alcalde Mayor, Juan Barreto, se rasga las vestiduras por la “revolución” y su idolatrado líder. Arremete contra todo lo burgués y clase alta que se le atraviese en el pensamiento. Lo suyo es el “pueblo”, que ya sabemos no incluye lo anterior. Este mismo miércoles, un grupo de trabajadores de la alcaldía protestó frente a la sede de la presidencia de la República por reivindicaciones laborales.

Barreto, quien tantas veces se ha llamado a sí mismo profesor universitario, luchador social y otras perlas, se tapa las orejas y no quiere escuchar lo que le gritan en sus narices. Según los manifestantes, el alcalde metropolitano no les ha dado respuesta. Y no sólo es eso: las pocas obras a cargo de su “despacho” están a medio hacer o mal hechas, como por ejemplo el bacheo de algunas vías que tienen meses de obras.

Iwazaru: el candidato a la reelección, Hugo Chávez, es entrevistado en vivo en un canal de cobertura nacional, también este miércoles. Ante un periodista tímido, demasiado blandengue, con olor a cómplice más que a azufre, el ex golpista respondía con cualquier desvarío las preguntas puntuales, sobre temas puntuales. De hecho, estos ocho años de (des)gobierno -según él- han sido una maravilla en obras de infraestructura, en salud y hasta en seguridad “se ha avanzado”.

Chávez, quien hace una semana hizo un esfuerzo sobrehumano para que lo conocieran universalmente con su discurso en la ONU, muy al contrario que Iwazaru, no se tapa la boca, no calla; por el contrario, cada vez que la abre es para arremeter contra algo o alguien (además de Bush) y si lo que expresa es en tono muy bajito (como en la entrevista) no se lo cree nadie.

Volviendo a los Tres Monos Sabios, hay quienes creen que fueron tallados para representar el principio religioso, "si no oyes, ves o dices maldades, estarás libre de maldad". Existe otra leyenda que dice que los monos son espías de los dioses para enterarse de lo malo que hacen los hombres. Así, si los monos hacen gestos tratando de imitar al hombre, su condición de animal los libra de culpa.

La explicación más coherente para nosotros es aquella que dice: uno no habla, otro no ve y el tercero no escucha. El que no habla, ve y escucha. El que no ve, habla y escucha. Y el que no escucha, habla y ve. Sin embargo, los tres unidos pueden captarlo todo. No son sabios por no hablar, no ver o no escuchar. Son sabios por haberse unido.

En Venezuela se puede no ver, no escuchar, pero hay siempre uno que habla, y habla demasiado. Y no es para menos, pues sabe de todo. El que habla, es un mar de conocimiento, pero de un centímetro de profundidad. Nadie pide que lo sepa todo, ya que para eso existe (todavía) muchísima gente capacitada. Pero será en otra vida, a lo mejor…

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miércoles, 20 de setiembre de 2006

Papelón chavista en la ONU

La cita estaba anunciada y hasta se sabía que iba a ser “polémica”. Sin embargo, nadie en el mundo se imaginaba las barbaridades que diría, o las poses y morisquetas que haría Hugo Chávez en el momento de dirigirse a la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, en Nueva York.

Si se pudiese rescatar algo de sus palabras (y con mucho esfuerzo), sería la nada nueva propuesta de reformar la ONU. Claro, esta vez fue más allá y propuso “refundarla”, ya que el sistema “no sirve” y “colapsó”. Lo anecdótico fue su idea de mudarla al sur… como por ejemplo a Venezuela. O sea, no sirve, hay que refundarla, pero igualito mudémosla… y si es a Caracas, mejor. ¿Se imagina usted esa cantidad de delegaciones trasladándose por la trocha para venir a la capital? ¿Se imagina a representantes del todo el mundo buscando un kilo de azúcar para endulzar su café? ¿O puede imaginarse cuál de los edificios de los ministerios u otro organismo público se destinaría para la nueva organización?

Quizás hasta nombre le tenga Chávez a la nueva institución, algo así como “Organización de Pueblos Soberanos Independientes Democráticos”, al cual luego de algunos años, al ser aclamado él como presidente del planeta, se le agreguen los calificativos de “Socialista” y “Bolivariano”. Lo que sí es seguro es que, de cumplirse el sueño de este líder emergente de trasladar la sede a Venezuela, el negocio de los guardaespaldas, carros blindados y todo lo relacionado con la protección personal estaría en auge. No por nada Caracas está a la altura de Irak y otras latitudes del planeta en la que las muertes son el pan de cada día.

Siguiendo con el discurso, el individuo de marras utilizó el estrado de una tribuna internacional, multilateral y diplomática, como si fuese el atril de una cantina, o cuando se hace uso de la palabra al calor de muchas copas. Sus constantes, enfermizos y hasta delirantes ataques a Bush (esta vez llamándolo diablo, e insinuando que hiede a azufre) y sus odios al “imperialismo”, no hicieron más que hacerlo ver como un radical sin causa, un anacrónico rebelde y como un revoltoso en el poder, más que el “revolucionario” que cree ser.

Como el tiempo en la Asamblea es medido (menos mal), en la rueda de prensa subsiguiente continuó siendo monotemático e insultante; sin embargo, lo grave es haya pretendido exportar su acostumbrado tono despectivo, para con los representantes de los medios de comunicación, a las Naciones Unidas.

A cada comunicador le inquiría “¿de dónde eres”?, lo cual no pasaría de ser un gesto amable si es que no lo repitiera con cada uno y se cogiera de la respuesta (de la nacionalidad del reportero) para hacer una “introducción” que caía en lo ridículo… hasta que uno de ellos no cayó en el juego. “No es cuestión de nacionalidad”, respondió. Un Chávez desencajado se dedicó a contar un chiste para sortear la elegante cachetada del periodista, pero el papelón estaba consumado.

Curiosamente, una reportera “afroamericana” hizo una pregunta demasiado “halagadora”, con exposición previa de las maravillas de la “revolución” incluida, que Chávez aprovechó para hacer publicidad político-electoral, en cadena nacional y para todo el mundo… ¿qué tal? Suerte que el Consejo Nacional Electoral no tiene jurisdicción en la ONU.

“El capitalismo es machista”, “el primer enemigo de los Estados Unidos es el gobierno de los Estados Unidos…. un gobierno que los engaña”, “un tribunal internacional debería juzgar a Bush por genocida”, “Israel es el brazo armado del imperialismo”, son algunas de las iluminadas frases que se le ocurrió decir a los corresponsales presentes. Ni Superman, ni Batman, ni Robin se salvaron de Chávez. “Estupidizan la mente”, sentenció el “líder bolivariano”, recomendando la lectura de un libro de Noam Chomsky en el que expone sus ideas sobre la hegemonía e imperialismo estadounidense.

Obviamente ante preguntas precisas, como por ejemplo, por qué regala el petróleo a otros países mientras en Venezuela existen altos niveles de pobreza, nunca fueron respondidas a la altura del cargo que ostenta. Por cierto, según el presidente venezolano, en el país se cumplieron las metas del milenio de la ONU!!!

Lo verdadero de toda esta historia es que hoy se presentó ante el más importante foro mundial, un individuo acelerado, alterado, por ratos agitando manos y palmoteando; mientras que en la rueda de prensa, el mismo sujeto se muestra con un tonito de voz fingido, queriendo ser amable y que resultó en hipócrita. No es exagerado afirmar que más nunca se pueden esperar declaraciones de Chávez en el papel de estadista. Por el contrario, quienes se podrán hacer un festín son todos los que trabajan en la llamada prensa amarillista.

La reacción del gobierno estadounidense lo dice todo: los comentarios de Chávez “no merecen respuesta”. La reacción de los demás países la sabremos dentro de poco, cuando se vote para elegir al nuevo integrante temporal del Consejo de Seguridad.

Luego de este papelón, del tremendo ridículo mundial, el presidente de Venezuela queda como el invitado pesado de las fiestas, como el personaje al que por esas injusticias de la vida hay que invitar pero que nadie soporta. Como el borracho que luego de dos tragos le da por repetir la misma historia y contar los mismos chistes; pero es el que paga. Lo malo del asunto es que el sujeto representa al país… y qué mal lo representa.

Foto: Julie Jacobson /AP
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* Advierten que Chávez busca ser la "súper estrella" contra EEUU


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lunes, 18 de setiembre de 2006

Ser socialista en Venezuela

En las elecciones presidenciales del próximo 3 de diciembre Venezuela elegirá algo más que el mayor cargo en la administración pública. Tema evitado –por un bando más que otro- es el carácter ideológico de las propuestas de gobierno, cuando de él dependerá el desarrollo de la sociedad en los siguientes años.

Por un lado se encuentra la candidatura “unitaria” de Manuel Rosales, calificativo que a nuestro parecer no hace más que intentar reflejar lingüísticamente la condición de oposición al gobierno y todo lo que representa. En realidad, dista mucho –todavía- de ser única, unitaria o de consenso, dados los altos índices de abstención, indecisión y hasta de temor a expresarse por cualquier opción.

Aunque el candidato no lo ha declarado abiertamente, la tendencia aparente del grupo de Rosales es liberal; para no hablar en términos de derechistas, izquierdistas o ambidiestros, que de éstos últimos hay muchos en el gobierno. En el otro extremo, la opción del candidato-presidente Hugo Chávez es abiertamente “socialista del siglo XXI”. No obstante, en Venezuela (y en otras partes) reina el desconocimiento sobre lo que es exactamente “eso” del socialismo, incluyendo irónicamente a los seguidores de Chávez, desde los que ocupan altos cargos públicos hasta aquellos que tarifan su asistencia a sus “multitudinarios” mítines.

A grandes rasgos, el socialismo clásico es una ideología -principalmente política- que propugna un modo de vida en el que la sociedad posea el control de los medios de producción y el poder político en general, sin la existencia de clases sociales. Esto suena muy bien y hasta muy “justo”, si no fuera por varias salvedades que han llevado al socialismo a lo que es en nuestros días.

Para empezar, la “sociedad” a la que se refiere el socialismo tiene un contenido altamente discriminatorio y hasta contradictoriamente clasista; lo cual es muy probable dado que el concepto ha sido –y es- manejado política y politiqueramente. En este tipo de sociedad socialista sólo son gente los trabajadores asalariados o la “clase trabajadora”, la cual debe organizarse para “tomar el poder” tanto político como económico, ya que los medios de producción se encuentran en manos capitalistas, o de los ricos.

Obviamente, el socialismo es la antítesis del capitalismo. Es una teoría que se opone a ella por considerar que no desarrolla en forma eficaz las fuerzas productivas de la sociedad; por el contrario, enriquece más a los ricos, explota a los trabajadores “como máquinas o bestias” y los hunde en la miseria. Sin embargo, es el propio razonamiento socialista el que coloca a los trabajadores como animales irracionales, como si en la práctica fuese el capitalismo el que los obligase a trabajar y dejarse explotar a la vez, considerándolos como seres sin voluntad propia ni razonamiento.

En nuestros días, en los que identificamos como una realidad la llamada “sociedad del conocimiento”, en la cual la base del progreso individual y colectivo es precisamente el saber, el negarse a la formación educativa personal, a la profesionalización o a la especialización como vía para alcanzar el desarrollo y crecimiento deseados, es simplemente resignarse a tener ese nivel de “máquina o bestia” que el socialismo asume que es responsabilidad del capitalismo.

En segundo lugar, la “sociedad” en realidad no tiene cabida en el socialismo ya que es el Estado el que se arroga la administración y control de los susodichos medios de producción, además de –por supuesto- el poder político en su totalidad. El Estado, ergo, el gobierno, es el encargado de la toma de decisiones “en nombre del pueblo”, sin que exista un vínculo real y comprobable de que el pueblo está de acuerdo con el manejo estatal. En el socialismo –a secas- tampoco existe algún procedimiento democrático que avale ese sistema que, a la larga, suele degenerar en totalitarismo.

Por último, la inclemente historia ha demostrado que todos los regímenes socialistas que han intentado ser “químicamente puros” han fracasado estrepitosamente y sus sociedades han quedado sumidas en la miseria y desilusión. Contradictoriamente, naciones ex socialistas han visto en el capitalismo –y por ende en el liberalismo y/o neoliberalismo- la solución a los problemas en los que se encontraban sumergidos.

El caso venezolano, con su “socialismo del siglo XXI” es paradójico, por decir lo menos. En primer lugar, quien hasta ahora ha decidido que el país deba tomar ese “modelo” es el presidente Hugo Chávez, quien al frente de un proyecto político personal ha desdibujado y tergiversado los rasgos socialistas que pueda tener “su” ideología. En la práctica, el “socialismo del siglo XXI” es un pastiche, una colcha de retazos, a la cual se le agregan ideas sueltas de personajes dispares que sólo tienen en común una posición en contra del capitalismo o del “imperialismo norteamericano”.

Justamente por ello, el incipiente proyecto de Chávez no tiene posibilidad de desarrollo real y mucho menos de ser tomado como serio por alguna otra sociedad, a menos que se tengan los brutales ingresos que por venta de petróleo posee coyunturalmente Venezuela. Precisamente estos recursos, que bajo una óptica socialista le pertenecen a la sociedad, están siendo utilizados por el gobierno a su sola discreción y a favor de una nueva política imperialista basada en los petrodólares (en efectivo, compra de bonos, convenios, compromisos de compra, etc.) pero que tragicómicamente se tilda a si misma de “antiimperialista”.

En el caso de Venezuela el “socialismo del siglo XXI” es caraduramente capitalista, y no podía ser de otro modo cuando Estados Unidos es el principal cliente petrolero del país. Elementos como el “desarrollo endógeno”, el combate a la “oligarquía” o la supuesta distribución de la riqueza a través de las llamadas “misiones” son falacias con las que se pretende darle base a este proyecto

Por otro lado, sobre la base de un sistema legalista, todos los poderes públicos están a la disposición de la figura presidencial, lo que hace que, más que socialismo, estemos frente a una nueva versión de totalitarismo con rasgos autocráticos. Por supuesto -como se mencionó antes- estos conceptos no son conocidos por la población ni existe interés en el gobierno por exponerlos ante la ausencia de una base ideológica, pero sobretodo ante la inexistencia de moral para defenderla dados los paupérrimos resultados en ocho años de gobierno.

Cabe aclarar que, dadas las grandes imperfecciones de la clásica visión socialista, las cuales la han hecho inviable, existen diversos tipos o maneras de ver el socialismo, los que se diferencian por los “apellidos” que llevan. Socialismo democrático, Socialismo cristiano y otras formas de “socialismo” a secas, se venden como versiones light pero en la práctica se acercan y coquetean con su odiado capitalismo… es que, ser romántico es regocijante; pero amor con hambre, no dura.




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lunes, 11 de setiembre de 2006

Ser liberal en Venezuela

Quien haga un repaso de mis artículos de opinión sobre la realidad venezolana no dudará un minuto para tildarme de antichavista (o antichávez, o “antichavecista”). Ante ese gratuito calificativo –que alguna vez ya he recibido - debo responder que, más que eso, soy un declarado neoliberal. Como hay mucha gente que asume, cree, o le han hecho creer que ser neoliberal -o liberal a secas- es un insulto, o que el liberalismo es algo detestable, hasta inhumano, quiero dejar sentada “mi” verdad sobre el tema.

En la Venezuela de hoy, esa que llaman del siglo XXI, la sociedad se encuentra fragmentada, más que dividida. Ello ha sido posible “gracias” a un concienzudo trabajo del propio presidente de la República “Bolivariana”, Hugo Chávez, quien arrogándose omnipotencia afirma que en el país hay sólo dos bandos: los que están con él y los que están contra él.

Los que están con él, debemos asumir que es gente convencida en su proyecto político personal, el cual en un primer momento vendió y le colocó el sello diferenciador de “bolivariano”, y que ahora descaradamente lo defiende como “socialismo del siglo XXI”. El “bolivarianismo” ha quedado sólo como una marca comercial, algo que podemos asumir –inclusive- podría ser desechado en un futuro para dar paso a lo estrictamente “socialista”.

Los que no están con él, ergo, en contra, son personas pro yanqui, capitalistas, oligarcas, pro imperialista, “escuálidos” y otros tantos calificativos, inclusive descontextualizados y mal utilizados, que no soportan el mínimo análisis crítico y/o conceptual. Curiosamente, los términos “liberal” o “neoliberal” han sido usados sólo para adjetivar las políticas económicas anteriores que sólo le trajeron “hambre al pueblo”, o a los economistas y organismos multilaterales. Poco o nada se ha dicho sobre lo “liberal” o “neoliberal” como una corriente de pensamiento, como una filosofía de vida, como una manera de ser en el país.

De acuerdo con la definición clásica, el Liberalismo es una corriente basada en la supremacía de las libertades individuales, es decir, la importancia del individuo sobre el colectivo en sus diversas manifestaciones: expresión, pensamiento, religión y hasta en su comportamiento económico, sobre la base del estado de derecho. Precisamente, es la arista económica en el Liberalismo y su “nueva” forma de ver el papel del Estado en la economía de una nación, de dónde se aferran los más feroces críticos tanto de la corriente, como de la ideología.

No obstante, el Liberalismo y Neoliberalismo van más allá de sólo la visión económica o de cuál debe ser el papel de Estado y –por ende- de los gobiernos y gobernantes. Es cierto que las consecuencias de algunas políticas macroeconómicas “neoliberales” –sobretodo en Latinoamérica- no han sido siempre halagadoras; sin embargo, esos resultados han tenido más relación con fallas a nivel estructural, con una mala o mediocre aplicación, o por la intromisión de factores políticos o politiqueros que distorsionan y afectan su carácter técnico.

Con esto no queremos decir que las llamadas “recetas” neoliberales sean infalibles y adecuadas para todo el mundo. De hecho, la aparición de la llamada “tercera vía” o hasta de una “cuarta”, dan cuenta de lo variopinta que es la realidad. No todo es blanco o negro, hay grises; pero lo que sí podemos conocer sin titubeos son las bondades o defectos del blanco y del negro, más aún cuando profundizamos en la Historia Económica.

El neoliberalismo le añade a todo lo inmerso en lo liberal el aspecto internacional, el libre comercio y lo que hoy se conoce como globalización. Otra vez, los detractores afirman que el libre comercio, pero sobretodo la globalización es algo así como una maldición. En otras palabras, para los “anti” las economías deberían cerrarse al mundo, deberían asumir que no existe nada más allá de nuestras narices y que si alguien viene con productos mejores y más baratos deberíamos tirarle la puerta en la cara porque lo que desea es aprovecharse de nosotros.

Pero ese neoliberalismo que no conoce fronteras no sólo está en lo económico, está en nuestra vida diaria así no lo queramos ver… o mejor dicho, a pesar de que algunos no lo quieran ver. Los “nuevos socialistas” -cuyo fundamento no es defender su “ideología” sino atacar a los liberales o neoliberales- utilizan herramientas de la detestada globalización a diario (Internet, emails, comunicación satelital) dejando sólo en pie las fronteras cartográficas, pues todas las demás ya han sido derrumbadas, y ellos lo saben.

Lamentablemente la mayoría de esos nuevos paladines del socialismo redivivo, muchas veces extremistas y radicales, no tienen mayor “ideología” y/o acción que alentar el resentimiento social, la diferenciación de clases y el odio a todo lo que no sea pobre. Es decir, la culpa de que existan clases desposeídas de “algo” la tienen aquellos que sí lo tengan, y se acabó.

Este argumento simplista, soportado por el poder político es extremadamente peligroso y socialmente incendiario en todo sentido, pues sus consecuencias son generalmente mayor pobreza y mediocridad; y si se tienen recursos, se cae inevitablemente en el populismo barato. Lo único que pueden obtener sus seguidores es la lejana posibilidad de una “salvación” de parte de algún “Mesías”, llámese líder, pensador, presidente o lo que sea. Sin embargo, como el poder ciega, y estando en el poder se conocen las bondades del libre mercado, de la globalización y del capitalismo que tanto se odia, no queda más que echarle gasolina al discurso, pues las palabras se las lleva el viento y la realidad lo aplasta.

Venezuela llegó a eso: un gran sector de la población ilusionado con un cambio para mejor que nunca llegó, engañado por un “líder” que ahora limita las libertades para mantenerse en el poder, y decepcionado porque se quiere llevar a la sociedad hacia un supuesto “socialismo” que en la realidad es ya un totalitarismo autoritario, sobre la base de excusas legalistas.

¿Se puede creer y estar de acuerdo con “eso”? ¿Se puede renunciar a las libertades y derechos mínimos en nombre de una supuesta “revolución”? ¿Es aceptable ser tildado de “contrarrevolucionario” quien se niegue a avalar la mezcolanza que es el “socialismo” que se intenta vender en Venezuela? Pues no, y quien comparta ese “no” es un simple y declarado liberal.

Para darle más consistencia al ser liberal en Venezuela, Mario Vargas Llosa tiene unas líneas perfectas que vienen como anillo al dedo:

“El liberal que yo trato de ser cree que la libertad es el valor supremo, ya que gracias a la libertad la humanidad ha podido progresar desde la caverna primitiva hasta el viaje a las estrellas y la revolución informática, desde las formas de asociación colectivista y despótica, hasta la democracia representativa. Los fundamentos de la libertad son la propiedad privada y el Estado de Derecho, el sistema que garantiza las menores formas de injusticia, que produce mayor progreso material y cultural, que más ataja la violencia y el que respeta más los derechos humanos. Para esa concepción del liberalismo, la libertad es una sola y la libertad política y la libertad económica son inseparables, como el anverso y el reverso de una medalla. Por no haberlo entendido así, han fracasado tantas veces los intentos democráticos en América latina. Porque las democracias que comenzaban a alborear luego de las dictaduras respetaban la libertad política pero rechazaban la libertad económica, lo que, inevitablemente, producía más pobreza, ineficiencia y corrupción, o porque se instalaban gobiernos autoritarios, convencidos de que sólo un régimen de mano dura y represora podía garantizar el funcionamiento del mercado libre. Esta es una peligrosa falacia. Nunca ha sido así y por eso todas las dictaduras latinoamericanas“desarrollistas” fracasaron, porque no hay economía libre que funcione sin un sistema judicial independiente y eficiente, ni reformas que tengan éxito si se emprenden sin la fiscalización y la crítica que sólo la democracia permite”.

En Venezuela, oponerse a las acciones totalitarias y autoritaristas es ser liberal. Estar en contra de la no existencia del estado de derecho es ser liberal, querer lo mejor para sus hijos porque uno lo considere así, y no porque el gobierno lo quiera, es ser liberal. Expresar lo que a uno le de la gana y fomentarlo, sin represalias, es ser liberal. Si estar en contra del “chavismo” es ser liberal, pues Venezuela es mayoritariamente liberal.

Ahora, ¿es malo ser liberal? Para nada, de hecho, está muy bien serlo porque es hasta comercial. Así como alguna vez fue muy snob ser de izquierda, ahora el comulgar con el liberalismo y/o liberalismo es sinónimo de ser “mente abierta”, de ser progresista. Sino, pregúntenles a los socialistas chilenos…




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martes, 5 de setiembre de 2006

¿Para qué querrá reelegirse Chávez?

En una media hora nocturna dominical, la televisora archienemiga del gobierno chavista, Globovisión, transmitió “¿Promesas?”, un programa en el que se recopiló y se le recordó a los venezolanos algunos de los ofrecimientos que el ex golpista les ha hecho desde que fue electo presidente de la República, la primera vez, en 1998.

Con rostro delgado, con muchos kilos de peso menos y con modestos traje y corbata, Hugo Chávez hacía esfuerzos sobrehumanos por parecer y querer ser un estadista. A más de uno conmovió en esa oportunidad. El ex militar que estuvo preso, ese que intentó derrocar a Carlos Andrés Pérez, llegó a la máxima jefatura del Estado y expuso a grandes rasgos el ideal que –supuestamente- buscaba en 1992 con la intentona golpista.

“…No puede haber más niños de la calle en Venezuela,… Hugo Chávez se prohíbe a si mismo que haya niños de la calle… seré el primer culpable si hay niños de la calle en Venezuela”. Casi ocho años después, al hacer una encuesta sobre las promesas del –otra vez- candidato, la más memorable fue precisamente la de los “niños de la calle”. Hasta juró cambiarse el nombre si no cumplía!!! Casi ocho años después, hace pocos días, unos policías quisieron quemar vivos a esos niños que supuestamente no debían existir. Casi ocho años después, en las principales esquinas de Caracas se pueden ver a esos mismos niños, algunos adolescentes, haciendo malabarismos para pedir limosnas.

Dentro de cinco años… en un 50% debe estar solucionado el problema habitacional”. Hoy, el gobierno “revolucionario” ha fracasado estrepitosamente en esta materia. Las viviendas construidas son ínfimas y muchas de ellas han sido mal hechas. Los resultados son tan funestos que no les ha quedado otra que hablar de expropiaciones de campos de golf, en un burdo afán populista en busca del apoyo perdido.

El “manirrotismo… la Venezuela Saudita… de gastos sin control, de viajes, eso se acabó”. En casi ocho años, Chávez ha viajado más de cien veces y visitado 58 países de los cinco continentes, según declaró un ex diputado opositor. Y del costo que implican esos viajes, ni hablar. En una imagen en el susodicho programa televisivo, un irónico Chávez se pregunta “dónde la está la solidaridad de Venezuela”, para justificar los miles de millones de bolívares derrochados… sin contar los millones de dólares regalados, donados, prestados o entregados a otros países.

Así podríamos enumerar muchas otras “promesas” incumplidas. Viejas, nuevas y hasta inventadas, que seguro le atinamos. Lo inexplicable no es por qué no las ha cumplido (basta ver la camarilla que lo rodea), sino cómo es que se pueden tener riñones para decir que el setenta y pico por ciento de la población lo apoya y va a votar por él en diciembre.

Con lo recorrido del camino, lo que uno debe preguntarse es ¿cuáles son las reales intenciones de Chávez para seguir en la presidencia? Grandes obras de infraestructura, acordes con el torrente de dólares que ha recibido el país, no tiene. Una economía sólida, real, competitiva y con grandes perspectivas, no existe. Decir que hay seguridad ciudadana y/o jurídica para los nacionales o extranjeros, es un mal chiste. Basta percatarse de que, desde que está en el poder, miles de venezolanos han muerto en forma violenta… y no estamos en el sur del Líbano o en Irak… y sin dejar de mencionar el tupé que tiene de pedirle a la población que cuide a los cubanos que están en el país. ¿Y quién cuida a los venezolanos?

Es obvio que no existe un proyecto de país, pero sí un proyecto político y personal del ex golpista. Es más, cuando él fue elegido, los grandes temores giraban en torno a sus aires izquierdosos y amenazas socialistoides. No obstante, en ese lejano 1998, él se esforzó por mostrar ponderación y equilibrio. Hoy, descaradamente quiere que el país se comprometa con su “socialismo del siglo XXI” que sólo ha traído marginación, división de clases, resentimiento y odio social, además de una mediocridad sofocante.

Le cambió el nombre al país añadiéndole “bolivariana”, le agregó una estrella a la bandera (achacándole la idea a Bolívar), cambió el escudo sin alguna justificación cuerda que alguien pueda creer o entender y próximamente se viene una reforma monetaria para quitarle ceros a la moneda. No es de extrañar que también le cambie el nombre al signo monetario y le agregue el mote “socialista” a todo lo “bolivariano”… ya que hasta Cristo era socialista, según él.

¿Para qué querrá reelegirse Chávez? ¿Será que eso de “en tierra de ciegos, el tuerto es rey” se cumple en Venezuela? ¿Cómo un hombre que le ha mentido tanto y tan descaradamente a su país, puede seguir tan alegre haciendo lo que le da la gana? ¿Esa gente humilde –que supuestamente es su base de apoyo- se imaginará siquiera las reales intenciones del candidato-presidente?

El manto legalista de todos los usos y abusos del gobierno es la justificación para su continuidad. La falta de gente capaz que crea en su proyecto es la razón por la que TODOS sus funcionarios han sido y son reciclables. Y para colmo, amenaza –para variar- con la “reelección indefinida”, que no es más que la perpetuación de la dictadura con careta “democrática”.

Si ya viajó por todo el mundo, si ya le cambió nombre a todo, si ya gozó de las mieles del poder (sin haber gobernado) ¿para qué querrá reelegirse Chávez? Los discursos que se despacha, las órdenes y arrebatos que arroja por la boca, son posibles por el cargo que ostenta y los incondicionales a sueldo que lo rodean.

Sin poder, el individuo de marras es un mortal cualquiera. Sin ese poder, no podría reunirse con su adorado Fidel Castro y otras tantas perlas con las que nadie se quiere encontrar. Sin poder, nadie en el mundo pestañearía cuando desata su verborrea contra el imperialismo, contra Bush y contra quien le de la gana. ¿Para qué querrá reelegirse Chávez?, pero sobretodo, ¿quiénes serán lo que reelegirán a Chávez?

Relacionado:
* Diez millones de excluidos ("El Universal")





Gato Suelto

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